La Batalla del Rio de las Almas fue un enfrentamiento entre los Orruks Ironjawz del clan Zolez de hierro bajo el mando del Megajefe Dakkbad Grotkicker y las legiones de la Sangre dirigidos por la vampiresa Aylessa; en la ciudad de Crookback y a las orillas del Río que le da nombre a la batalla, situadas en las Tierras Nocturnos del reino de Shyish durante el contexto del WAAAGH!!! de Gordrakk durante las Guerras de los Portales.
Previo:[]
Durante las Guerras de los Portales, El MegaJefe Zolez de hierro Dakkbad Grotkicker se dirigió hacia las Tierras Nocturnos del Reino de Shyish, tras la pista del MegaJefe Grugek que se habían ido tras usurpar una de las rebanadoras favoritas de su Jefe. Uno de los Chamanes le indico que cruzara por el portal Arco de Secretos y que encontraría allí Grugek y zanjaría sus asuntos pendientes.
El Portal Arco de Secretos llevaba hasta el Rio de Almas junto a la ciudad Crookback, en las Tierras Nocturnas. Allí la vampiresa Aylessa de la progenie de Neferata supervisa desde su Barcaza fortaleza las tierras que gobierna, mientras sus esbirros esqueléticos realizan sus tareas afanosamente.
Ejércitos:[]
- Bando Orruk: la hueste de Dakkbad estaba compuesta por "muchoz puñoz de Brutos" y una cantidad considerable de Rugientes Sangrientos, estos apoyados por multitudes de Ardboyz que les seguían, mientras un Cantor de guerra llamado Borguz les imbuía con el poder del WAAAGH!!!. Tambien Dakkbad montaba un Maw-Krusha que llamaba Skullzcrakka. También recibieron refuerzos atraídos por el sonido de tambores del Cantor de guerra de diferentes tribus orruks que habitaban por los alrededores de las Tierras Nocturnas, aunque no fueron muy relevantes ya que se dedicaron mas a rapiñar y saquear los restos que dejaban los Ironjawz.
- Bando No Muerto: Las legiones de Aylessa disponían de miles de esqueletos dirigidos por nigromantes que guarnecían la ciudad de Crookback. La guardia de la vampiresa la componían varias docenas de Morghast apoyados de Huestes espectrales y espectros dirigidas por una Banshee. Aylessa disponía de un Trono de aquelarre desde el cual se dirige a la batalla junto con sus vampiros.
Batalla:[]
En el Exterior del Arco de los Secretos fue el Megajefe Dakkbad el primero en abrirse camino hacia las Tierras Nocturnos, siguiéndole peñas de Rugientes Sangrientos y peñas de Brutos. Con ganas de pelea si dirigieron con sonidos de tambores, voces y gritos, directamente hacia una ciudad derruida donde se observaba a sus habitantes realizando tareas. De inmediato, legiones de esqueletos se levantaron arrastrando los pies para defender su ciudad, y una lluvia de huesos astillados y sangre orruk de los dos ejércitos se entremezcló. Dakkbad se abrió paso entre los enemigos y edificios con desdén, dejando un reguero de destrucción tras él. Los brutos lanzaron y golpearon con sus rebanadoras a los cuerpos esqueléticos, mientras las armas oxidadas atravesaban las pieles verdes. En los flancos, los Rugientes Sangrientos rodaron sobre los enemigos, con las bocas de las bestias llenas de huesos.
Con determinación férrea, las fuerzas de muertos andantes se movieron para frenar la carga de los Ironjawz. Puertas de asedio chirriantes fueron arrastradas hasta su lugar, y los arqueros esqueleto se alinearon en las partes superiores de las torres tachonadas de cráneos mientras Nigromantes pálidos invocaban cadáveres frescos para obstaculizar a los orruks. Sin embargo, cada puesto fortificado fue derribado, y es que los Ironjawz simplemente se precipitaban sobre los cimientos y pilares hasta que, con gritos de madera y piedra torturada, los edificios se venían abajo para convertirse en polvo y escombros.
Desde las cubiertas superiores de su poderosa barcaza fortaleza, Aylessa observó a los Ironjawz rompiendo la gran ciudad de Crookback en pedazos y gruñó, mostrando los colmillos de alabastro. Con un movimiento de su mano, soltó a sus sirvientes Morghast y espíritus asesinos para que hiciesen frente a los invasores salvajes. Volando y flotando en el viento etéreo sobre una calzada elevada de espíritus, las fuerzas de Aylessa avanzaron sobre la ciudad sitiada.
Dakkbad elevó su rebanadora para golpear otra cosa muerta y descubrió que no había nada más que huesos rotos bajo los puños de Skullzecrakka. Cerca de allí, los restos de los defensores esqueleto de la ciudad seguían luchando, pero los aullantes Brutos y los jadeantes Rugientes Sangrientos los estaban pisoteando desde todos los lados. La mayor parte de la ciudad ahora yacía entre ruinas rotas y enmarañadas. Entonces, desde los cielos oscuros, surgieron filas de No Muertos gimoteantes. Primero llegaron los Morghast, golpeando a los Ironjawz como un lanzazo castigador. A continuación, llegaron los Espectros, con sus calaveras sonrientes y las cuencas de los ojos llenas de fuego brujo. Muchos generales han salido mal parados tras sus encuentros con estos recién llegados, pero el rostro de Dakkbad mostró una amplia sonrisa, y la decepción que sentía un momento antes había sido arrastrada por la violencia inminente. A pesar de la alegría del Megajefe, los Ironjawz se estaban viendo obligados a retroceder cuando sólo unos segundos antes dominaban el campo de batalla. Unos Morghasts alados hicieron pedazos a los orruks a una velocidad vertiginosa, mientras que las guadañas malditas de los Espectros convertían la carne en polvo con cada golpe escalofriante que daban. Una ola de incertidumbre invadió a los orruks y, por un momento, la suerte de la batalla pendía de un hilo. Entonces dieron el toque de tambor.
Durante la batalla, el Cantor de guerra Borguz había estado martillando con sus baquetas, hasta encontrar el tempo y su frenesí había infectado a los orruks cercanos, Ni siquiera aquello habría bastado para que la marea acabase con los aterradores No Muertos, de no ser porque las tierras encantadas que rodeaban la ciudad cobraron vida con los Ardboyz. Tras escuchar el llamamiento del Cantor de guerra, las tribus orruk de las Tierras Nocturnos se precipitaron sobre las ruinas para unirse a los Ironjawz. Dakkbab atacó a los monstruosos Morghasts, logrando dispersas a la formación alada y su ejército respondió a la furia No Muerta con una potencia diez veces mayor, hasta que no quedó nada de la ciudad, tan solo ceniza, astillas y los restos en retirada del ejército de Aylessa.
Tras destruir el ultimo Morghast, Dakkbad busco el lugar que provenían los No Muertos, vio lo que parecía un castillo flotante gigante navegando río abajo desprendiendo una especie de cosa brillante. Tras conseguir la atención de algunos de sus chikoz que estaban entretenidos saqueando y persiguiendo a los últimos No Muertos, se dirigió hacia la Koza-Nave.
Aylessa por el Río de las Almas, les tendió emboscadas desesperadas por las poblaciones por las que pasaban en un esfuerzo por frenar a la horda, pero sus ejércitos espectrales volvieron a caer, y las ciudades se desmoronaron bajo el peso de las rebanadoras afiladas. Pero, a pesar de que esta destrucción fue tan satisfactoria para Dakkbad, era sólo parte del plan astuto del Megajefe. Mientras los ojos de Aylessa estaban fijos en el ataque de los Zolez de hierro, los Rugientes Sangrientos de Dakkbad se habían adelantado a la lucha para hacer algo que su jefe les había dicho. Mientras la barcaza fortaleza giraba en el río, la puerta del Señor de la Muerte monolítico se alzaba por encima de ella, y vieron una imponente estatua de Nagash situada a horcajadas sobre el río. A la señal de Dakkbad, los Rugientes Sangrientos golpearon las piernas de la estatua, y el edificio se sumergió en el río, obligando a dirigirse a la fortaleza de Aylessa hasta la orilla.
En la orilla, Dakkbad estaba listo y sus brutos formaron para atacar a través del puente de escombros a la barcaza fortaleza. Aylessa, sin embargo, tenía sus propios planes. Descendiendo de la embarcación, el Trono del aquelarre de la vampira montó en medio de un torrente de Huestes espectrales. Mientras tanto, decenas de Morghasts siniestros emergieron de las hirvientes aguas etéreas del río y arrasaron las filas de los orruks.
Dakkbad se abalanzó sobre las filas No Muertas, obligando al ejército espectral a separarse alrededor de su Maw-Krusha mientras él andaba con paso pesado hacia el Trono del Aquelarre. Cerca de allí sacudiéndose el polvo de la piel, los Rugientes Sangrientos giraron para enfrentarse a los Morghasts. Sin embargo, conforme a las bestias se acercaban a la orilla del río, se hacían aún más ingobernables, resoplando con furia mientras las Huestes espectrales alcanzaban las aguas en su dirección. Los monstruos de hueso abrieron camino a través de peñas de Ardboyz para enfrentarse a los Rugientes Sangrientos, y los dos bandos se enfrentaron en un entrechocar de resoplidos y aullidos escalofriantes. En medio de los Morghasts surgió una figura esbelta. Abriendo la boca increíblemente, la Banshee dejó escapar un grito aterrador. En ese instante, decenas de orruks y Rugientes cayeron al suelo, y su piel palideció mientras les robaban la vida. A través de los cadáveres, la marea de no muertos continuó su carga, diezmando a los Brutos de Dakkbad.
El Megajefe y su Maw-Krusha impactaron en el trono de la vampira como una bala de cañón. Espíritus dispersos y el aquelarre de Aylessa fueron lanzados a tierra, cayendo sus fragmentos en todas direcciones. Aylessa surgió, como una mancha pálida, llena de gracia y de muerte. La hoja de su espada talló un profundo surco en la armadura de Dakkbad, pero éste apenas se dio cuenta. Skullzcrakka se abalanzó sobre la progenie de Aylessa, y el único vampiro que logró trepar al lado del Maw-Krusha fue recibido con un cabezazo de Dakkbad.
En el suelo, en medio de las ruinas de su Trono, Aylessa era un torbellino de asesinato, frenando el ataque de una docena de brutos. El megajefe observó el combate y vio a los Morghasts causando daños en el flanco de su ejercito, a medida que más espíritus salían del rio para unirse a ellos. Los temibles Morghasts habían sido inesperados, pero a Dakkbad se le ocurrió una idea. Volviendo a Skullcrakka a la pelea, él mismo se abalanzó sobre el ejército no muerto hacia el lado de la embarcación que se encontraba bajo la línea de flotación. Sumergiéndose en el río, el Maw-Krusha abrió un agujero en su casco. Con un grito de rabia, Aylessa hizo que su ejercito dejase de matar orruks para tratar de salvar su nave. Pero era demasiado tarde. En el momento en que la vampira alcanzó la cubierta, el barco ya se deslizaba hacia atrás, bajo las aguas fantasmales. Cuando la última torre oscura desapareció en el río, Aylessa vio a Dakkbad en la orilla mirándola de reojo desde la grupa de su bestia, y en la risa brutal del orruk resonó en todas las Tierras Nocturnas.
Consecuencias[]
Tras el hundimiento de la barcaza fortaleza, las tierras Nocturnos quedaron devastadas. Dakkbad siguió su búsqueda de Grugek y la rebanadoras que le robo por toda Shyish arrasando todo lo que encuentra a su paso. Pero también el empezó a ser cazado, Aylessa llena de odio empezó a perseguir al orruk siguiendo el rastro de destrucción que deja este. Mientras ella sueña con el sabor amargo de su sangre.
Fuentes:[]
- Battletome: Ironjawz (1ª Edición)