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El ambiente se rasga con aullidos mientras los Buscadores se lanzan sobre el enemigo con espadas y dientes expuestos. Creen que el aroma de Slaanesh está en el viento, aunque quizá sea sólo el hedor de sus excesos. Estos asesinos son muy rápidos, y presenciar el espectáculo de su carga es sentir un helado terror en la sangre.

Un asalto Buscador se manifiesta como una tormenta de cuchillas. Estos caballeros infernales se distinguen en el combate a alta velocidad, y sus corceles son más rápidos que el caballo más ágil. Los que se dan la vuelta y huyen, pues su instinto les dice que la huida es su única esperanza, no hacen sino espolear a los Buscadores en su desbocada ansia de persecución. Pues, aunque estos demonios locos por la velocidad afirman estar buscando a Slaanesh con cada pensamiento y acto, en realidad se deleitan en la caza y sin ella quedarían desamparados.

Los Buscadores encabezan a quienes creen poder encontrar a Slaanesh, donde y cuando quiera que esté... que al dar con él podrán matar a y quienes lo tengan cautivo para así ganarse su favor. La pista o rumor más pequeño sobre el paradero del dios ausente hará que entren en un frenesí de entusiasmo, chillando para sumirse en un estado de éxtasis religioso. Montados sobre sus esbeltos y serpenteantes Steeds of Slaanesh y en sus austeros carros de ruedas de cuchillas, los Buscadores se lanzan una vez más en un viaje sin fin.

Más que en ninguna otra subcultura Slaanesh, las mutaciones de los Buscadores tienden hacia los órganos sensoriales exagerados. Son comunes las fosas nasales dilatadas, ojos saltones, orejas puntiagudas y lenguas que serpentean al saborear la esencia de los seres vivos cercanos. Sus sentidos trascienden los límites mortales habituales: hay Buscadores capaces de saborear almas, oler emociones e incluso ver la formación de ideas como destellos de luz. Tal percepción extrasensorial sólo aumenta su habilidad como caza dores; se dice que una Cabalgata de buscadores puede rastrear criaturas voladoras con la misma facilidad que a presas terrestres, seguir el rastro de una nave a través del océano abierto o incluso desentrañar el rastro de criaturas que han tratado de escapar a través de un Portal del Reino.

Los rumores sobre los que medran los Buscadores son extraídos a víctimas diversas, aunque los mejores suelen provenir de reyes, hechiceros y videntes. Cuanto más importante y exuberante sea la presa, más probable es que tenga conocimientos sobre algún artefacto, hechizo o faceta de la existencia que dé una pista acerca de la ubicación del dios ausente.

Debido a esto, los Buscadores no van en busca de viajeros solitarios, refugiados dispersos o mendigos que se buscan la vida en el barro. Se ven atraídos hacia los ejércitos y desfiles más grandes y exitosos que vagan por los Reinos Mortales. Una fuerza viajera que se abra paso a través de las tierras salvajes ostentosamente, con banderines ondeando alto y el reflejo del sol en las armaduras pulidas se convierten en el objetivo predilecto de los Buscadores. Cuando se ven superados en número entablan combate con una resolución aterradora, cargando contra las filas enemigas. No se preocupan más de su seguridad que una estampida de toros, pues incluso aunque se hicieran pedazos contra la defensa ene miga, morirían en un acto de exceso sublime, y en ese momento estarían más cerca que nunca de Slaanesh.

Los Keepers of Secrets que creen que su ruta hacia el máximo poder es sentarse a la derecha de Slaanesh suelen convertirse en Buscador. Creen que al encontrar a Slaanesh antes que nadie y al ayudarlo a romper sus ataduras para alzarse una vez más a la prominencia divina se ganarán el favor inmortal del Príncipe Oscuro y se convertirán en su consagrado segundo para siempre jamás... quizá hasta llegando a compartir sus aposentos más íntimos y a deleitarse junto a él en la depravación extrema para toda la eternidad. En esto se engañan, pues Slaanesh es infiel por naturaleza y el favorito de hoy será el lamentable paria de mañana. Se den cuenta de esto los Buscadores o no, no lo admiten pues harán cualquier cosa por sentarse junto a Slaanesh cuando regrese al trono. Aquellos que traten de detenerlos serán visitados por un huracán de cuchillas, dado que un Keeper indignado se abre paso a la fuerza a través de cualquiera que se interponga entre él y lo que considera los su destino. Aquellos a los que consideren por debajo de su esfuerzo suelen ser colocados en las famosas Wheels of Excruciation: bandadas mágicas de discos con cuchillas vivientes que giran en el aire para destazar a criaturas mortales en tajadas de carne sangrante.

Desafortunadamente para estos aspirantes a consorte de Slaanesh, los dioses aelves han recluido al Príncipe Oscuro con habilidad sublime, y localizarlo es una tarea casi imposible. En realidad no se encuentra en ninguno de los Reinos Mortales, ni está presente en ninguno de los do minios que los Buscadores peinan en busca de indicios de su presencia. La mera idea de que Slaanesh pudiera verse atrapado en alguna caverna profunda o en la cárcel de un palacio resplandeciente es un concepto erró neo, ¿pues cómo retener a un dios en una prisión tan mundana? De hecho, dado el poder puro de Slaanesh, esta verdad parece inescapable. Y aun así los Buscadores nunca evalúan esto de cerca; en su lugar, se incitan unos a otros de modo que nunca deban permanecer parados demasiado tiempo. La desesperación que experimentan cuando una pista se prueba falsa no es más que otra sensación en la que regodearse, al igual que el lento inicio del optimismo y la aceleración gradual de la esperanza que conduce a otra carga apresurada y maníaca.

Últimamente, los Buscadores se han reunido en Ulgu más que en ningún otro Reino Mortal. Algo ha cambiado allí, donde se percibe un leve aroma en el viento. Es tan débil que, de no ser por los sentidos aumentados de los Buscadores, incluso estos cazadores expertos podrían no haberse percatado de él. Se ha extendido el rumor: la huella divina del Príncipe Oscuro titila en las nieblas de Ulgu, y en alguna parte de este reino umbral puede descubrirse una pista sobre el paradero de Slaanesh.

Fuentes[]

  • Battetome Hedonites of Slaanesh
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