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Los secretos de Ur-oro siguen siendo en muchos aspectos un misterio para los Fyreslayers, y los sacerdotes Zharrgrim todavía están aprendiendo de su poder divino. El [[Necroseísmo|necroseismo]], que inundó todos los reinos con mareas de energía mágica, ha aumentado los poderes elementales de los Zharrgrim, y sus cánticos de guerra ahora pueden convocar nuevas y más potentes manifestaciones mágicas. Además de hacer túneles de magma y invocar rocas fundidas de los lugares profundos, los sacerdotes Zharrgrim pueden levantar Forjas de batalla mágicas para encender el espíritu de guerra de los Fyreslayers, o invocar Infernoths y Runy Fyrewalls.
 
Los secretos de Ur-oro siguen siendo en muchos aspectos un misterio para los Fyreslayers, y los sacerdotes Zharrgrim todavía están aprendiendo de su poder divino. El [[Necroseísmo|necroseismo]], que inundó todos los reinos con mareas de energía mágica, ha aumentado los poderes elementales de los Zharrgrim, y sus cánticos de guerra ahora pueden convocar nuevas y más potentes manifestaciones mágicas. Además de hacer túneles de magma y invocar rocas fundidas de los lugares profundos, los sacerdotes Zharrgrim pueden levantar Forjas de batalla mágicas para encender el espíritu de guerra de los Fyreslayers, o invocar Infernoths y Runy Fyrewalls.
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El Ur-oro es un recurso finito, ya que su poder se libera en la batalla mientras un Fyreslayer lucha. Para mantener su poder, un Fyreslayer debe tener constantemente runas nuevas en su cuerpo. Esto puede dejar al duardin excitado, más si siente la fuerza divina de Grimnir dejándolo, y esta hambre solo se suma a las muchas leyendas contadas por otras razas de la avaricia de los Fyreslayers.
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Es en este campo que los sacerdotes Zharrgrim realizan otro deber vital, guiando a los miembros de la logia a lo largo del camino de Grimnir.
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Los Runemasters en particular han aprendido a moderar la naturaleza impulsiva de los Fyreslayers; incluso los [[Auric Runefathers]], los señores de las logias, buscan el consejo y la sabiduría de los ancianos Zharrgrim a este respecto. Corresponde a los Runemasters guiar a los Fyreslayers y proteger a su gente contra los peligros de la codicia de oro. Se aseguran de que su oro se entregue solo a aquellos que merecen su bendición, y que ningún guerrero reciba más de lo que le corresponde o, por lo demás, más de lo que puede soportar. Si esto sucediera, las consecuencias pueden ser terribles.
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Solo, y sin la sabiduría de los sacerdotes Zharrgrim para guiarlo, un duardin podría ser completamente consumido por la lujuria. Se cuentan historias sombrías sobre guerreros solitarios vencidos por su necesidad de Ur-oro. Este es a veces este destino es conocido como Doomseekers, un guerrero que se han comprometido a abandonar su logia y buscar un poderoso final. Muchos lo hacen heroicamente, pero no pocos se han vuelto locos, como el Hacha de Magorth o el Asesino Inmolado. Estos seres vilipendiados se llaman Doomvarags, y son lobos solitarios rabiosos que incluso matarían a otros Fyreslayers para que pudieran sacar las runas de sus restos.
   
 
== Las Magnaholds ==
 
== Las Magnaholds ==

Revisión del 08:21 8 jun 2020

Karl Matadores Ígneos Fyreslayers Duardin Sigmaroteca

Karl de los Fyreslayers.

Los Duardin conocidos como los Fyreslayers son mercenarios célebres a lo largo y ancho de los Reinos Mortales. Si les prometes el suficiente Ur-oro, sus hachas estarán a tu servicio. Pero no son simples mercenarios avariciosos, su palabra es un vínculo inquebrantable y una vez que los Fyreslayers han jurado luchar a tu lado, se convertirán en tu ejército. Pero más te vale recordar que estos feroces guerreros esperan de sus patrones el mismo grado de compromiso. Si rompes la palabra dada a un Fyreslayerara arrepentirte de ello.

Descripción

Muchas civilizaciones prosperaron durante la Era de los Mitos, pero eso no es cierto en el caso de los Fyreslayers. Su dios, Grimnir, la deidad duardin de la guerra, se perdió en un lucha épica. La forma de Grimnir se hizo añicos, mezclándose con la sangre fundida de su monstruoso enemigo asesinado, Vulcatrix, fue lanzada a los vientos para dispersarse por todos los Reinos Mortales. Para sus seguidores, nada volvería a ser lo mismo.

Luego vino la Era del Caos, una era que separó las culturas a medida que los secuaces de los Dioses Oscuros invadieron. La Gran Alianza colapsó, Sigmar el Rey Dios se retiró a los Cielos, y en todas partes las legiones del Caos establecieron un dominio cruel. Una sola fuerza se mantuvo inamovible.

No se escondieron, porque fueron hechos para ser probados en la batalla. Y eso es lo que buscaban los Fyreslayers, marchando a la guerra tan a menudo como podían, contratándose como mercenarios para cualquiera que tuviera oro para pagarles.

Desde los magmaholds de Aqshy se extendieron, excavando sus propios reinos y acumulando grandes cantidades de tesoros. Aunque estaban constantemente asediados, ningún enemigo podía penetrar en sus santuarios volcánicos. No tenían aliados, ya que incluso aquellos que los contrataron los despreciaron como mercenarios codiciosos.

Mal comprendidos y tratados con desconfianza; a los Fyreslayers no le importaba, porque había un secreto escondido en el oro que tan agresivamente reunieron. Con cada batalla, su esperanza furtiva y tácita se hacía realidad.

Cuando Sigmar volvió a abrir los Cielos y envió sus Stormcast Eternals, descubrieron que el Caos había destruido a todos menos a los Fyreslayers. De hecho, durante esa época terrible habían proliferado. Y gracias al fuego y furia continuarán haciéndolo, hasta su victoria final, porque tal es el juramento vinculante que hicieron a Grimnir.

La senda de la sangre, el oro y el fuego

Desde sus bastiones llenos de lava y las profundas cuevas de las montañas los Fyreslayers marchan a la guerra. Temerarios e implacables, se lanzan a la batalla gritando feroces gritos de guerra y empuñando hachas finamente afiladas, el poder del poderoso dios guerrero, Grimnir, fluye hacia ellos desde las brillantes runas doradas grabadas en su piel rubicunda.

Los Fyreslayers son duardin dedicados al dios caído Grimnir. Son rudos, agresivos y codiciosos, con un temperamento ardiente, propensos a erupciones repentinas de violencia. Como raza, los Fyreslayers están obsesionados con dos cosas: la guerra y el oro.

Los Fyreslayers son guerreros de renombre, y su ferocidad es famosa en los Reinos Mortales. Sin embargo, son más que luchadores inquietos, ya que para ellos la batalla es un aspecto vital de su religión. Siempre sienten la necesidad de estar en guerra, y si no pueden encontrar a ninguno de sus propios enemigos para luchar, buscarán los conflictos de los demás. Fyreslayers son mercenarios ansiosos, y luchan por cualquiera con oro suficiente para cumplir con sus honorarios.

Para los observadores externos, los Fyreslayers, parecen un poco más que mercenarios, pero sus triunfos en el campo de batalla aseguran que sus servicios estén siempre en demanda. Desde reyes hasta consejos de ancianos tribales, muchos buscan a los duardin de sangre caliente para alquilar sus servicios.

Con sus constantes guerras, los Fyreslayers han atraído enemigos más allá de lo imaginable, y aunque tienen muchos clientes, sus formas les aseguran que tengan pocos aliados reales.

Unos Duardin diferentes

Los Fyreslayers exhiben muchos de los rasgos por los que los Duardin son famoso, como la terquedad, la deferencia a la edad, se ofenden fácilmente y la creencia de que los juramentos y el honor son de suma importancia. Sin embargo, hay muchas cosas únicas sobre los Fyreslayers, cualidades muy diferentes a las de sus parientes ancestrales.

Los duardin de antaño eran famosos por su artesanía. Eran poderosos trabajadores que dedicaron gran parte de sus vidas a construir casas en las profundidades de las montañas, excavar minas en busca de metales preciosos y refinar las artes de la metalurgia y la forja. Ante la necesidad, esos duardin dejaron de lado sus ocupaciones y tomaron las armas para luchar contra aquellos que amenazaban sus hogares, pero siempre que el peligro pasaba, la mayoría volvía a sus verdaderas vocaciones.

Ese camino no es el camino de los seguidores de Grimnir. Al igual que sus afines, los Fyreslayers también son mineros expertos y herreros, y también modelan sus hogares debajo de las montañas, aunque su actitud ante tales trabajos difiere mucho. Para los Fyreslayers, hay una sola profesión digna: la guerra. Todos sus esfuerzos y creaciones están dedicados a ese cometido.

Orígenes

Los Fyreslayers apareció por primera vez en Aqshy, el Reino del Fuego, y desde hace mucho tiempo se ha extendido por cada Reino Mortal. Durante la Era de los Mito fueron los primeros en seguir a Grimnir, el dios de la guerra duardin, aunque las historias de sus orígenes difieren. Algunos afirman que los antepasados ​​de los Fyreslayers eran hijos de Grimnir, otros que el dios los hizo salir de su propia ira incandescente. No pocos mitos cuentan cómo las facciones duardin eligieron a cada uno de ellos entre sus panteones. Independientemente de cómo surgiera su gente, los Fyreslayers estaban, y siempre han estado, totalmente dedicados a Grimnir.

Desde su aparición durante la Era del Mito, los Fyreslayers, han evitado usar voluminosas armaduras. De hecho, usan poco más que sus barba, un casco, un taparrabos y una faja. Se necesita una gran audacia para atacar con el torso desnudo en combate, pero al igual que su patrón, los Fyreslayers creen que están protegidos por sus propias convicciones.

Otra forma en que los Fyreslayers emulan a Grimnir es el peinado distintivo que adoptan. Un aspecto vital de su culto guerrero, los mechones de un Fyreslayer están pelados por los lados, mientras que el cabello en la parte superior se sube en una cresta impresionante. Está teñido y sostenido en su lugar por una sustancia cerosa, cada logia mantiene y guarda celosamente sus propios brebajes secretos para tales fines. Aquellos que se burlan del cabello de un Fyreslayer lo hacen solo una vez, porque la cabeza del tonto equivocado se separa rápidamente de su cuello.

Para los extraños, tal vez el hábito más extraño de los Fyreslayers es su práctica de incrustar el metal en su carne, porque cada uno lleva runas de oro que literalmente se martillan al rojo vivo en sus cuerpos. En la batalla, estos glifos brillan, irradiando calor y luz como si hubieran sido sacados de la fragua. Los más fuertes de entre ellos, con enormes crestas de cabello y músculos gruesos con arboles, están tan tachonados de runas que también comienzan a brillar, las barbas arden y las cenizas se deslizan por su humeante piel. En batalla, los Fyreslayers se vuelven locos, sin desanimarse por el tamaño o el número de sus enemigos y entrando en medio del enemigo con hachas balanceándose, sus voces levantadas para emitir canciones de guerra, insultos groseros o juramentos apenas coherentes a Grimnir.

Después de la batalla, los Fyreslayers recogen sus pagas de los caídos y cualquier otro pago prometido, luego regresan a su fortaleza. Esto es a menudo un magmahold debajo de las montañas, aunque algunos operan fuera de templos de forja establecidos en las ciudades más grandes de la Orden. Cuando no están dejandose llevar por sus emociones, Fyreslayers son pragmáticos.

Les importa poco la política y son aislacionistas con poca empatía por los demás. Sus preocupaciones se centran en cumplir sus propios juramentos, que generalmente se reduce a la adquisición de oro por cualquier medio. Otras razas suponen que los Fyreslayers son simplemente codiciosos, con una necesidad insaciable de almacenar el metal precioso. Los posibles aliados a menudo se distancian rápidamente al presenciar a Fyreslayers luchando junto a ellos un día y luego contra ellos al siguiente. En los Reinos Mortales es bastante común escuchar a muchos llamar a los ardientes guerreros inescrupulosos duardin, palabras de venta desleales que están demasiado listas para luchar junto a traidores, monstruos o incluso adoradores de los Dioses Oscuros.

Hay verdad en tales afirmaciones, porque los Fyreslayers buscan la guerra y luchan ansiosamente como mercenarios. Y algunos de su tipo han aceptado oro de los clientes más desagradables. Sin embargo, el motivo real detrás de sus acciones es conocido solo por los Fyreslayers, ya que el oro y la batalla están intrínsecamente conectados a su deidad perdida. Los duardin no hacen nada para detener la propagación de incluso las acusaciones más básicas de avaricia, ya que otros tendrían menos probabilidades de separarse de su oro, o mejor dicho el Ur-oro, si supieran el verdadero poder que tiene su reluciente brillo.

Padre Rúnico Áurico y vulkitas sigmaroteca

Historia

La caída de Grimnir

Nada ha afectado más a los Fyreslayers que la muerte de su Dios, Grimnir, el dios de la batalla duardin. Las consecuencias de esta trágica pérdida, no solo han provocado el propósito actual de los Fyreslayers sino que también inspiran su celo, su destreza en la batalla e influyen fuertemente en su visión fatalista del futuro.

Mucho antes del fin del mundo, Grimnir, había entonado su canción de la muerte. Se había aventurado solo en las Tierras del Norte en busca de cerrar las puertas que eran la entrada del Caos y permitía sus los secuaces y el poder de la disformidad de los Dioses Oscuros se vertiera en la realidad.

Durante sus viajes, las batallas, los actos de valor y las pruebas de voluntad a las que se enfrento Grimnir fueron incalculables. Perdido y desconcertado por la locura del reino en el que se había adentrado, Grimnir, no completó su misión. Sin embargo, tal fue su determinación ardiente y su fuerza infatigable que ni murió ni enloqueció en el intento.

Se desconoce cuánto tiempo vagó Grimnir, porque el tiempo no tiene sentido en el Reino del Caos. Sin embargo, su historia realmente comienza después de la destrucción del mundo que fue, en el amanecer de la Era de los Mitos. Durante ese tiempo de leyendas, los dioses descubrieron y caminaron entre los Reinos Mortales. Y así fue con Grimnir, que un día despertó en Aqshy, se encontró rodeado de sus parientes. Aunque débil y cansado de su terrible viaje, Grimnir reconoció al duardin que lo atendió, y se regocijó de estar de regreso en las tierras de los mortales.

A pesar de su larga situación, Grimnir buscó servir a quienes lo habían revivido. Escuchó sus súplicas y actuó sobre ellas, cazando y atrapando a la bestia divina Ignax, a quien encadenó a la Tierra del Sol Encadenado para que todos pudieran tener luz y fuego.

Incluso mientras descansaba de su tarea, otro mal cayó sobre los dioses duardin. Exactamente lo que ocurrió durante el evento conocido como Thagduegi, la Gran Traición, no está claro, pero el panteón Duardin se separó. A raíz de los traidoras maquinaciones, Grimnir y su hermano Grungni quedaron encadenados sobre la más alta de las Montañas de Hierro de Chamon. Allí, encadenados, los dos podrían haberse quedado para siempre si Sigmar, el dios de la guerra celestial de la humanidad, no hubiera tropezado con ellos.

Cuando Sigmar les arranco sus gruesas esposas, los dioses duardin fueron liberados. Ambos prometieron juramentos para pagar el favor, pero Grimnir, que era tan acalorado, exigió que se le permitiera saldar la deuda de inmediato. Se había acumulado una ira en Grimnir durante su cautiverio, y necesitaba liberarlo antes de que la ira ardiente lo venciera. Era el deseo del dios duardin que Sigmar nombrara a un poderoso enemigo para que lo matara solo, y así cumplir su voto.

Sigmar valoraba mucho a los dioses duardin, porque habían sido firmes aliados en el pasado. Sin embargo, también sabía que nombrar un objetivo indigno haría un gran daño, ya que Grimnir se irritaba fácilmente y estaba orgulloso de tales asuntos. Actuando impulsivamente, Sigmar nombró a la bestia divina que él mismo pensó que sería la más difícil de conquistar, una decisión que lamentó de inmediato.

Así fue como el legendario duardin empezó a buscar a Vulcatrix, la Madre de las Salamandras, la primera que dio a luz en los mundos. Hay varios cuentos que relatan lo último que hizo Grimnir antes de partir. Algunos dicen que bebió un barril de cerveza y proclamó que tuvo que haber sido preparado por una de las legendarias familias de Bugman. Otros cuentan cómo le ordenó a su hermano Grungni que le forjara un nuevo hacha para la monumental tarea, mientras que los de la logia Vostarg afirman que Grimnir ayudó a elegir el sitio de su magmahold original antes de embarcarse en su búsqueda. Todas las versiones coinciden en que no pasó mucho tiempo antes de que Grimnir entrara en las Colinas de Aqshy en busca de su presa. Grimnir se fue solo, pero no fue en silencio, lanzando su desafío cada pocos pasos, y arrojando groseras insinuaciones sobre el linaje de su oponente.

Cuando por fin Grimnir llegó ante Vulcatrix, se desenroscó lentamente como un río de lava entre los picos humeantes. La hoja reluciente y el colmillo ardiente se encontraron en una lluvia de chispas, cada una de las ascuas resplandecientes de esos poderosos golpes eclipsaron a las estrellas mientras Dios buscaba al mejor monstruo.

Los Fyreslayers dicen que fue el rencor de Vulcatrix lo que le quitó la vida a Grimnir, ya que le dio un golpe mortal a su enemigo, pero fue derribado por su agonía y los venenos que surgieron de su forma de su cuerpo moribundo. Tan grande fue el calor liberado por el clímax del duelo que siguió un cataclismo: una explosión de fuego de gases nocivos arrasó las montañas y creó las Llanuras de Aqshy. El abrasador de las tierras, sin embargo, los limpió de los polvos sulfurosos que alguna vez los habían dejado estériles.

En otra lugar, las brasas que cayeron formaron el volcán del monte Vostargi , y docenas más pequeños a lo largo de los reinos. El evento fue como una nova que encendió la magia de Aqshy, y el calor imposible surgió del espíritu divino de Grimnir con la sangre de metal líquido de la Gran Salamandra. Dios y la bestia divina estaban entrelazados y dispersos. Los restos llameantes surcaron los cielos, ardiendo como meteoritos para caer sobre los reinos, mientras que en todos los volcanes Aqshy respondieron con el estallido de miles de erupciones como un tributo final.

Donde aterrizaron, los fragmentos de Grimnir y Vulcatrix tuvieron un efecto extraño en las tierras. Los restos divinos se sumergieron y filtraron, enterrándose bajo tierra, donde se fusionaron con vetas de oro. La sustancia resultante se parecía en apariencia al oro ordinario, pero se había transmutado en algo que en realidad era mucho más. Solo los Fyreslayers demostraron ser capaces de detectar este nuevo metal, al que llamaron Ur-oro, una habilidad de la que no hablan abiertamente.

Desde que descubrieron la naturaleza de ese oro y lo que podía hacer, los Fyreslayers han sido una raza poseída por el. Para los extraños, parecen poco más que mercenarios comunes, que luchan por unos cuantos lingotes. Sin embargo, en realidad, los Fyreslayers no buscan tesoros para ellos ni pueden ser comprados por grandes fortunas, por lo que pueden comprarlos; Las bodegas y las armas que posee una logia están hechas a mano por el trabajo de su propia gente.

Contratan sus servicios simplemente como un medio para recuperar los restos dispersos de su dios fragmentado, e incluso el más mínimo rastro de oro es codiciado en gran medida. Para un Fyreslayer, la recolección de un fragmento de Ur-oro y la posterior liberación de sus poderes en la batalla es nada menos que un acto religioso. No solo acerca a los Fyreslayers a su dios, sino que también libera el espíritu atrapado de Grimnir. Segun su creencia si pudieran liberar las energías de suficientes fragmentos destrozados, garantizarían el renacimiento de Grimnir para la batalla final, el Doomgron.

La creación del Ur-oro no fue el único efecto secundario extraño de la batalla titánica entre Vulcatrix y Grimnir. En algunas de las regiones que ardieron con sus restos se formaron unas esferas negras, los huevos ardientes que algún día darían a luz a los Magmadroths, la descendencia de la Gran Salamandra de fuego.

El precio de la defensa

Durante la Era del Caos, las magmaholds que sobrevivieron lo hicieron cerrando sus puertas. Los refugiados de civilizaciones caídas, incluidos muchos duardin de los karaks, buscaron la seguridad de las magmaholds, pero solo se encontraron con el silencio mientras golpeaban las puertas de hierro. Con cara sombría y estoico, los Fyreslayers no admitieron a nadie. Pero a pesar de que los Fyreslayers cerraron sus puertas a aquellos que buscaban refugio, aún así marcharon para llevar la guerra a las fuerzas del Caos.

Los ejércitos de fyreslayer, conocidos como fyrds, emergieron de túneles secretos con la voluntad de derrotar a su enemigo. Lejos de las magmaholds, se abrieron nuevos pasajes, llenándose una vez más de lava cuando alguien trataba de invadirlos. Estos ejércitos marcharon hacia las tierras del Caos y vendieron sus hachas a los mejores postores. Tribus desesperadas o ciudades sitiadas pagaron precios exorbitantes en oro a los Fyreslayers. La violencia constante en esos tiempos significaba que siempre había una necesidad de sus servicios.

Durante este tiempo de horror y lucha, los Fyreslayers se multiplicaron y prosperaron. Seguros en sus hogares volcánicos y cada vez más ricos, las crecientes poblaciones dentro de los magmaholds llevaron a muchos grupos dispersos a atacar con la esperanza de establecer sus propios dominios. Los Fyreslayers también se extendieron por todo Aqshy, donde encontraron los depósitos más ricos de Ur-oro y huevos Magmadroth. Siguieron el camino del oro, siendo contratados como mercenarios y tras historias de fortuna en otras tierras hasta que establecieron magmaholds en cada reino. Siempre que fue posible, se dirigieron hacia las regiones volcánicas, pero cuando lo necesitaron, cavaron túneles en las montañas vivas de Ghur, establecieron bases entre las islas del cielo de Chamon y ahuecaron los picos de las montañas de Shyish. Todos continuaron acumulando oro, en gran parte mediante el pago de su empleo como mercenarios, pero ocasionalmente arrebatándolo de los enemigos, o incluso mediante la minería.

Sin el conocimiento de los Fyreslayers, sin embargo, no eran tan inmunes a las maquinaciones de los adoradores del Caos como pensaban. Los agentes de Tzeentch, el Gran Conspirador, se apresuraron a susurrar a los sobrevivientes de los reinos caídos, recordándoles que no olvidaran quién se negó a abrirles las puertas en su hora más oscura.

Los cuentos de los mercenarios de los Fyreslayers a menudo se extendían, e incluso aquellos que los contrataron con éxito fueron hechizados para creerse mal utilizados por los codiciosos duardin. El Dios de la peste Nurgle inventó una nueva viruela, una que se aferraba a una sola sustancia: el oro. Si se toca, el metal infectado conduce a los mortales a la distracción, tanto que se matarían unos a otros para poseerlo. Todas las razas que codiciaban el oro eran susceptibles a la enfermedad, y su control sobre Fyreslayers, que ya sufría de una enfermedad similar, resultó especialmente mortal. Varios magmaholds, previamente inexpugnable,s fueron destrozadas internamente a medida que las logias que habitaban dentro se corrompieron.

La unión con el Ur-oro

Los primeros seguidores de Grimnir en descubrir Ur-oro sabían que de alguna manera estaba conectado con su dios caído, pero no cómo. Con el tiempo, las armas maestras se crearon utilizando el metal, ya que los Fyreslayers siempre han sido hábiles artesanos.

Sin embargo, estos objetos solo podrían impartir una pequeña medida de poder a sus portadores. Fue solo cuando los primeros Runemasters forjaron el oro en runas para que los guerreros se pusieran en la batalla que se vislumbró el verdadero potencial de su oro. Ardientes al rojo vivo, estas piezas se abrieron paso en la carne de los Fyreslayers, enviándolos a un frenesí de lucha bendecido por Grimnir que vio innumerables enemigos derribados. Finalmente, las runas Ur-oro fueron martilladas directamente en el cuerpo de un guerrero, donde sus energías divinas podrían arraigarse mejor.

Con el tiempo, los sacerdotes Zharrgrim aprendieron a desbloquear más de las propiedades secretas de Ur-oro. El hecho de que Grimnir se hizo añicos al avivar la ira y un espíritu ardiente se consideró apropiado, pero a medida que los sacerdotes Zharrgrim aprendieron a controlar la llama y convocar energías elementales, se dieron cuenta de que el Ur-oro contenía más que la esencia de su dios solo. Se descubrió que los fragmentos eran motas de la quintaesencia de Grimnir entrelazadas con la de Vulcatrix, fusionadas por un calor imposible. Ya no luchando, los dos espíritus afines se habían unido, haciéndose más fuertes juntos.

Fueron los sacerdotes Zharrgrim quienes primero encontraron los huevos de Magmadroth y aprendieron a criar a las criaturas. Donde hace mucho tiempo que las bestias habían sido los enemigos mortales de cualquiera que se atreviera a invadir sus santuarios volcánicos, desde entonces se han unido con los Fyreslayers. Es incorrecto pensar en Magmadroths como domesticados, porque las criaturas son demasiado voluntarias; son más parecidos a los aliados del duardin que simples bestias de carga.

Los secretos de Ur-oro siguen siendo en muchos aspectos un misterio para los Fyreslayers, y los sacerdotes Zharrgrim todavía están aprendiendo de su poder divino. El necroseismo, que inundó todos los reinos con mareas de energía mágica, ha aumentado los poderes elementales de los Zharrgrim, y sus cánticos de guerra ahora pueden convocar nuevas y más potentes manifestaciones mágicas. Además de hacer túneles de magma y invocar rocas fundidas de los lugares profundos, los sacerdotes Zharrgrim pueden levantar Forjas de batalla mágicas para encender el espíritu de guerra de los Fyreslayers, o invocar Infernoths y Runy Fyrewalls.

El Ur-oro es un recurso finito, ya que su poder se libera en la batalla mientras un Fyreslayer lucha. Para mantener su poder, un Fyreslayer debe tener constantemente runas nuevas en su cuerpo. Esto puede dejar al duardin excitado, más si siente la fuerza divina de Grimnir dejándolo, y esta hambre solo se suma a las muchas leyendas contadas por otras razas de la avaricia de los Fyreslayers.

Es en este campo que los sacerdotes Zharrgrim realizan otro deber vital, guiando a los miembros de la logia a lo largo del camino de Grimnir.

Los Runemasters en particular han aprendido a moderar la naturaleza impulsiva de los Fyreslayers; incluso los Auric Runefathers, los señores de las logias, buscan el consejo y la sabiduría de los ancianos Zharrgrim a este respecto. Corresponde a los Runemasters guiar a los Fyreslayers y proteger a su gente contra los peligros de la codicia de oro. Se aseguran de que su oro se entregue solo a aquellos que merecen su bendición, y que ningún guerrero reciba más de lo que le corresponde o, por lo demás, más de lo que puede soportar. Si esto sucediera, las consecuencias pueden ser terribles.

Solo, y sin la sabiduría de los sacerdotes Zharrgrim para guiarlo, un duardin podría ser completamente consumido por la lujuria. Se cuentan historias sombrías sobre guerreros solitarios vencidos por su necesidad de Ur-oro. Este es a veces este destino es conocido como Doomseekers, un guerrero que se han comprometido a abandonar su logia y buscar un poderoso final. Muchos lo hacen heroicamente, pero no pocos se han vuelto locos, como el Hacha de Magorth o el Asesino Inmolado. Estos seres vilipendiados se llaman Doomvarags, y son lobos solitarios rabiosos que incluso matarían a otros Fyreslayers para que pudieran sacar las runas de sus restos.

Las Magnaholds

(En construcción)

Logias

Los Fyreslayers se organizan en logias basadas en templos-forja dedicados a Grimnir, los cuales son dirigidos por Auric Runemasters. El líder supremo de cada logia es conocido como Auric Runefather, el cual escoge entre los Vulkite Berzerkers a sus campeones, los Hearthguard Berzerkers. La Auric Hearthguard es otra formación de élite encargada de defender los lugares más sagrados de cada templo-forja.

Apariencia

Como todos los Duardin, los Fyreslayers son seres humanoides de complexión robusta y baja estatura, con una larga barba que refleja su longevidad. Su constante trabajo en las forjas y su entrenamiento para el combate en nombre de Grimnir les hacen desarrollar fuertes músculos. En combate suelen hacerse marcar con runas de Ur-oro, para recibir la fuerza de su dios, e ir siempre descalzos, para estar lo más cerca posible de los fragmentos de ese metal divino que aún siguen atrapados bajo tierra.

Buena parte de su iconografía gira en torno a tres temas: el fuego de las forjas, los rostros de sus ancestros, y las llaves. Estas simbolizan los lazos ancestrales de los Fyreslayers con Aqshy y el pacto contraído por las logias con Grimnir.

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Fuentes

  • Battletome: Fyreslayers.