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Gluhak, la Espada Costrosa

Gluhak, el Filo Herrumbroso.

Nacido en el lecho de muerte de una víctima febril hace muchos siglos, el Señor de Bestias Gluhak tiene un aspecto brutal que desmiente una mente astuta. Fue el anciano Gluhak quien colocó las trampas, elaboró los venenos y organizó las incursiones de caza que, en el transcurso de una semana, pusieron de rodillas a la gran bestia Brondtos. Aunque la criatura era imposible de matar, uno de sus muchos cuernos fue cortado por los mutantes gigantes de Gluhak y consagrado al Gran Padre, Nurgle.

Este es el artefacto que Gluhak arrastró hasta el Pico Profano y transformó en un Cuerno de Carnero tan poderoso que sus ásperas notas pueden ser escuchadas por el propio Abuelo Nurgle. Gluhak cuenta a su tribu que cualquiera que haga sonar el cuerno sin el permiso del Señor de la Putrefacción se disolverá y hundirá en el suelo, para nunca más emerger. En verdad, su celosa custodia del Cuerno de Carnero no deriva de la sospecha, sino de un deseo personal de retorcer y pervertir cada forma de vida sana y próspera de los Reinos de Jade.

Los campeones de los ejércitos de Nurgle pronto escucharon la aproximación del ejército invasor, pues la noticia de la llegada de las Stormhosts había llegado mediante moscas zumbadoras y ratas mensajeras con viruela. Los más poderosos entre ellos, un aquelarre de tres señores mutantes cuya estrella brillaba plena en el cielo, ordenó a sus lugartenientes que esperasen. Se contentaban con trazar su próximo enfrentamiento, apilar las probabilidades en su favor, mientras dejaban que los horrores del reino corrupto se cobraran su peaje. La estrategia era sólida, pues las tierras corrompidas desafiaban incluso al más indomable de los guerreros de Sigmar.

En el Lago de las Cañas Gritonas, las Huestes de la Tormenta sufrieron el ataque de moscas de plaga bulbosas y escamosos sapos-demonio, más grandes que toros. Lenguas pegajosas derribaron a los Liberators sobre el lodo, para que después colmillos amarillentos atravesaran sus armaduras antes de que andanadas de flechas hicieran estallar las viles criaturas en explosiones de asqueroso pus. En el clímax de la batalla, Zephacleas de los Astral Templars se enfrentó al sapo-dragón Ga'Blorrgh, pero su hoja era incapaz de penetrar la carne hinchada de la bestia, pues esta se había vuelto gigantesca tras una dieta de almas torturadas. Sólo con la ayuda de los Hallowed Knights y luchando como una sola fuerza, Zephacleas pudo contener un alboroto de tal magnitud. La valentía de los Paladines de los Hallowed Knights permitió que sus hermanos forzaran el paso, aun cuando Ga'Blorrgh hundió a aquellos en vanguardia en el lodo asfixiante.

Avanzaron hacia la Arboleda de las Linternas Brillantes, pensando que las luces claras y radiantes podrían ser una señal de socorro, pero en su lugar se encontraron infestados por insectos demonio que resultaron ser venenosos además. Después de luchar penosamente durante otro medio día, la maltrecha Stormhost en vanguardia cayó bajo una lluvia de flechas al sur del Lago Resplandor Verde. Los Judicators que sobrevolaban los cielos azotados por este vendaval divisaron Ungors con los cuernos cortados infestando las ruinas forestales y las Huestes de la Tormenta cargaron, limpiando los edificios de hombres bestia. La mayoría de los Ungors se apresuraron a retirarse, pero los gritos de aquellos que se quedaron se hicieron sentir, atrayendo a decenas de Jabberslythes de sus guaridas pantanosas. Tan horribles eran estas criaturas que un escudo invisible de locura les precedía, impulsando a muchos Stormcast Eternals a caer de rodillas por la desesperación antes de que los animales pudieran ser combatidos.

Con la espantosa cacofonía del Cuerno de Carnero creciendo cada vez más fuerte a su alrededor, las Huestes de la Tormenta encontraron que sus mantras de guerra fueron ahogados por completo. La larga marcha para liberar Rotwater Blight se estaba convirtiendo rápidamente en una pesadilla.

Fuentes[]

  • The Quest for Ghal Maraz.
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