La Horda Sombría del Rey Thrond ha subsumido, corrompido o asesinado a cada una de las tribus que se ganaban a duras penas la vida en el borde del Gran Crisol. Aunque los valles colgantes son ricos en todos los metales preciosos conocidos por el hombre, los metales de Anvrok pueden cambiar de sólido a líquido o de oro a plomo en el ciclo de la luna, y cuando todo hombre reclama riquezas, el concepto de riquezas es irrelevante. El oro y la plata en la brutal economía de la cuchilla y la daga, desde la Era del Caos, la violencia se ha convertido en la única moneda verdadera. En esto, la Horda Sombría es ciertamente rica. Muchas son sus tribus acorazadas, el conjunto de las numerosas hordas del rey Thrond son miles. Pero es la aristocracia montada en carros del Gran Crisol que debe ser temida más. Excepcionales espadachines hasta el último hombre, montan a la guerra en carros tirados por brutales bestias sangrientas que pueden rasgar la cabeza de un hombre, de la misma facilidad que un niño podría arrancar las piernas de una mosca.
Los Corazones Crueles adoradores de Tzeentch, el rey Vexos Thrond de la Horda Sombría gobierna sobre el Crisol con puño de hierro. Junto a ellos destacan los poderosos guerreros que sirven al hechicero retorcido Ephryx. Vestido con atavíos salvajes y metales preciosos, esta alianza oscura es un espectáculo aterrador.
Los servidores del Hechicero Ephryx y el Señor del Caos Thrond irradian amenaza y poder. Muchos llevan el sello retorcido del todopoderoso Tzeentch con ellos sobre sus estandartes y escudos cuando marchan a la guerra, bramando alabanzas al Cambiador de los Caminos que podría dirigir sus caminos hacia la gloria y conquista antes que una derrota sangrienta. Llamas multicolores bailan a su alrededor mientras sonidos antinaturales surgen de sus cuernos de guerra para arrancar los hilos de la cordura de sus enemigos.
Los guerreros de Ephryx llevan una armadura de placas claveteadas de un matiz azul-plateado, dentro de cuyas placas las curvaturas y deformaciones reflejan una luz de manera antinatural. Detalles de oro destacan sobre escudos y espadas, mientras que las armas parpadean con el fuego del cambio azul y rosa.
No toda La Horda Sombría adora a Tzeentch; otros marchan con un negro sencillo, burdo. Aún así, como maestros del crisol, portan armas y escudos hechos de plata, bronce y hierro, sobre los cuales los símbolos de los dioses oscuros se alzan rígidos y orgullosos.
Fuentes[]
- The Realmgate Wars: The Quest for Ghal Maraz.
- Pág. 115
- Pág. 121
- Pág. 125