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El Panteón de Sigmar fue el grupo de dioses, semidioses y Bestias Divinas que reunió en torno suyo Sigmar durante la Era de los Mitos. De la cooperación de todas estos seres y criaturas surgió la época más próspera y pacífica que ha existido en la historia de los Reinos Mortales.

 Los Viajes de Sigmar[]

Tras ser salvado por el dragón celestial Dracothion, Sigmar emprendió grandes viajes de descubrimiento, explorando cada uno de los ocho Reinos Mortales. Fue en el transcurso de estos viajes donde encontró a los distintos miembros de su panteón.

El Reino Amatista: Nagash[]

Sigmar derrotó a los Hydragors esqueléticos que custodiaban los Portales sin Estrellas, las puertas que permitían el paso a Shyish, el Reino de Amatista. Gnorros, el padre de los Hydragors, se enfadó tanto por la destrucción de sus guardianes que clavó sus garras en las Tierras Interiores Primas intentando atrapar a Sigmar. El Dios-Rey se escapó pero la muescas de las garras de Gnorros crearon los Lagos Encadenados y los remolinos conocidos como Mandíbula Marina y el Nihil Negro. En sus viajes posteriores halló a Nagash en lo más profundo del inframundo, enterrado bajo un túmulo de Piedras del Reino del tamaño de una montaña. Aunque en el Mundo-que-fue ambos fueron enemigos, tras una larga deliberación Sigmar decidió darle una oportunidad y revivirlo. Ambos se convirtieron en unos mortíferos aliados, destruyendo criaturas como el Rey de las Constelaciones Rotas, la Luz Devoradora, los Duques Abisales y Symir, el Primer Fuego. Sigmar terminó considerando a Nagash como a un hermano, aunque el nigromante codiciaba en secreto el poder de los inframundos y planeaba consumirlos a todos.  

Metal y Fuego: Grungni y Grimnir[]

Mientras Sigmar exploraba Chamon, escaló las Montañas de Hierro. En la cima más alta halló a dos dioses encadenados. Grungni y Grimnir. No revelaron cómo habían llegado hasta allí pero, una vez libres, ambos dioses Duardin juraron lealtad a su libertador.

Cómo eligió pagar su deuda cada dios dice mucho acerca de su carácter. Grungni era un maestro de la metalurgia, el padre forjador de su raza. Ahora que su cuerpo estaba lisiado, Grungni resolvió saldar la deuda mediante su artesanía, y se ofreció a fabricar cualquier cosa que Sigmar deseara. Grimnir, por su parte, no era un armero, sino un dios guerrero, así que le pidió a Sigmar que nombrase un enemigo digno de sus hachas, pues era de temperamento colérico y deseaba quedar en paz con Sigmar de inmediato.

Grungi reunió a su pueblo disperso y fundó el Karak de Hierro. Entretanto su hermano Grimnir recorría en solitario las colinas de Aqshy. Las batía en busca de la sierpe de fuego que Sigmar había nombrado y que aterrorizaba aquella región. La criatura a la que Grimnir siguió hasta su cubil era Vulcatrix, Madre de las Salamandras, el ser mitológico del que nacieron las llamas de los mundos. La sierpe de fuego se desenroscaba sobre el abismo fundido, sin que pareciera tener fin, alzándose muy por encima del dios guerrero Duardin. El aire destellaba y crepitaba. Sin arredrarse, Grimnir alzó sus hachas y cargó.

El titánico choque que tuvo lugar vive en las leyendas, pues aplanó las colinas circundantes y creó las llanuras de Aqshy. Cuando Vulcatrix rodeó a Grimnir, la barba y cresta de este prendieron en llamas, pero eso no hizo sino avivar la furia del dios. Las hojas de Grimnir hendieron en siete ocasiones las escamas fundidas de Vulcatrix, y el magma brotó de sus heridas. A su vez la Ur-Salamandra hirió con sus garras al enemigo numerosas veces. Ninguno se rendía y, según se recrudecía su duelo, tanto más lo hacía el infierno que les rodeaba.

Era Mitos grimnir 1

Batalla entre Grimnir y Vulcatrix

En un último embate tumultuoso, ambos contendientes se abalanzaron de cabeza el uno contra el otro, quedando dios y bestia hechos añicos. Sus pedazos se desperdigaron por el vacío como una lluvia de meteoros ardientes. Allí donde caían las brasas candentes de Vulcatrix surgía un nuevo volcán. Por su parte, los fragmentos ardientes de Grimnir se transformaron en la mágica sustancia que los Matadores Ígneos llaman Ur-oro, pero esa es una revelación que los Duardin no comparten con nadie.

Choque de Fuerzas irresistibles: Gorkamorka[]

Sigmar halló a Gorkamorka en el Reino de las Bestias. El dios pielverde de dos cabezas estaba atrapado en el interior de Drakatoa, la avalancha viviente que dominaba Ghyrria. Suspendido en el cieno primordial de esta monstruosa masa de ámbar, a Gorkamorka no le servían de nada su fuerza brutal ni su mente astuta.

Pese a que sospechaba que esa acción le traería problemas, Sigmar hizo que Dracothion bajase en picado. Como un cometa que cae del cielo, Sigmar lanzó su grito de guerra. Los relámpagos cósmicos del Gran Dragón y los mazazos de Ghal Maraz derrotaron a Drakatoa.

A Gorkamorka le complacía verse libre, aunque también estaba furioso; jamás se había visto atrapado de aquel modo, y jamás había necesitado ayuda. Como es natural en una criatura de emociones violentas, su reacción fue atacar. Y de qué modo. El dios bicéfalo alzó su maza y propinó a Dracothion un garrotazo que le dejó inconsciente. Iracundo por aquel ataque injustificado, Sigmar se levantó de su montura caída e inició lo que iba a convertirse una batalla de doce días. El estrépito del intercambio de golpes entre ambos dioses sacudió los Ocho Reinos Mortales. Cuando Sigmar derribó a su enemigo, hizo alzarse las Montañas de Maraz, mientras que los Cañones Tajo fueron creados por los porrazos fallidos del colosal garrote de Gorkamorka. Una miríada de depredadores se acercaron, atraídos por el olor de la sangre, pero el espectáculo era tal que las sierpes solares y los Shaggoths permanecieron unas junto a otros, las criaturas más hostiles que existen absortas ante el despliegue de fuerzas destructoras que tenía lugar producía delante de sus ojos.

Pero hasta los dioses se agotan. Al fin, dejando sus armas a un lado, ambos dioses se observaron desde los extremos del entorno ruinoso. En vista de la devastación que habían provocado en el paisaje y de la audiencia de feroces monstruos a los que su duelo había atraído, los dos sonrieron y luego rieron, y las ásperas carcajadas del dios pielverde se mezclaron con las sonoras risotadas de Sigmar. Viendo que el dios forzudo había igualado su propia belicosidad, Gorkamorka estrechó la mano del hombre-dios y accedió a pelear junto a el, y no contra él. 

La Gran Alianza: Tyrion y Teclis[]

Tyrion despertó súbitamente en el Reino de Hysh. Aturdido tras su largo trance, fue recordando paulatinamente quién era. A buen seguro nada era ya como antes, pues ya no estaba sujeto a los confines de la carne mortal, sino que había trascendido a algo más elevado, a un dios de luz, era el Señor de la Iluminación.

Aunque ya no podía ver, Tyrion sentía la presencia brillante de su hermano Teclis junto a él, y se dió cuenta de que ambos habían sobrevivido a la destrucción del Mundo-que-fue. Sin saber cómo ni por qué, Tyrion comprendió qüe el Reino de Hysh era suyo para moldearlo a su antojo, y ellos le servirían y lo protegerían. Tyrion despertó a su hermano y descubrió que podía ver a través de los ojos de Teclis. Juntos exploraron este nuevo mundo radiante. Atónitos ante aquellas tierras y criaturas extrañas, Tyrion y Teclis se impacientaron por descubrir a más gentes de su raza, pero no hallaron a nadie. 

Cuando Tyrion y Teclis se toparon con Sigmar se regocijaron por haber encontrado a alguien conocido, aunque ese gozo se tornó pesar tan pronto como supieron que, fuera de Azyrheim, no había rastro de los Aelf en ningún otro reino. Ambos juraron unirse a Sigmar y le siguieron hasta el Reino de Azyr para unirse al creciente panteón.

Dominio de Sombras : Malerion y Morathi[]

En los inicios de la Era de los Mitos, Malerion se despertó solo y sin recuerdos en el reino de Ulgu como una entidad etérea y sombría.  Aprovechando su odio, logró recuperar sus memorias y adoptar una forma sólida. Fue así como viajó por las tierras de Ulgu, explorando sus trece dominios. Descubrió muchas criaturas extrañas pero ninguna como él. Un día, Malerion encontró a Morathi, la que había sido su madre en el Mundo-que-fue. Ella también había cambiado y no estaba sola, pues le acompañaba una camarilla de demonios de la sombra. Malerion y su madre se separaron como enemigos en el mundo anterior, y su reunión fue hostil, llena de odio y frias recriminaciones. Pero aunque carecían de confianza mutua acordaron finalmente una tregua entre ellos. Sigmar los encontró ya unidos, y aceptaron unirse a su alianza.

La Diosa de la Vida: Alarielle[]

Alarielle sigmaroteca

Alarielle, Reina del Bosque Radiante

En el Reino de Ghyran Alarielle sembró sus semillas, creando la raza de los Sylvaneth y expandiendo sus dominios por todo el reino. El Roble de Eras Pasadas, un fragmento superviviente del Mundo-que-fue que se encontraba a la deriva por el vacío, terminó descansando en Ghyran. Sigmar acudió a investigar y trajo la civilización a los Humanos que habitaban en el Reino de la Vida. Finalmente Alarielle se unió a su creciente Panteón.

Miembros del Panteón[]

Sigmar continuó viajando largos años antes de retornar a los Cielos de Azyr. Una vez allí invocó a los seres más poderosos que había encontrado durante su viaje. Fue una reunión de poderes como jamás antes se vio, pues Sigmar había reunido un panteón que incluía dioses, semidioses y hasta monstruos zodiacales. Para dar cabida a tamaño cónclave, aplanó la cima del Monte Celestian, la cumbre más alta de todas. Con las estrellas brillando en torno a ellos, cada uno de los invitados ocupó su lugar y se estableció el alto consejo. A pesar de sus diferencias, y de que muchos de los dioses eran viejos archienemigos, se llegó a un acuerdo entre todos. 

Se nombró un protector para cada uno de los Ocho Reinos Mortales y se delimitaron las diversas regiones y sus fronteras. Se prestaron juramentos de alianza y comenzó una era dorada. Estos fueron los protectores elegidos para cada reino:  

Además, otros seres pasaron a formar parbte de su panteeón:

  • Teclis: el hermano de Tyrion fue adorado como dios del conocimiento en los Reinos Mortales, y pese a no ser directamente el protector de ningún reino siempre ha colaborado con su gemelo Tyrion en el cuidado de Hysh.
  • Morathi: la madre de Malerion colaboró con el panteón, aunque de manera breve.
  • Dracothion: aunque esta Bestia Divina probablemente no participara de manera activa en el panteón, siempre ha sido un fiel aliado de Sigmar. Sabemos además que fue adorado en la Era de los Mitos junto al resto de dioses, siendo un ejemplo las ruinas del templo en su honor que las fuerzas de Vandus Hammerhand encontraron en la población de Silverfall durante la Cruzada Heldenhammer.

Edad dorada del Panteón[]

Era Mitos 1

La Era de los Mitos fue un período de crecimiento y esplendor sin igual en la historia de los Reinos Mortales

Durante buena parte de la Era de los Mitos los dioses del Panteón de Sigmar colaboraron entre ellos, dando lugar a una época de desarrollo y comercio. Con ayuda de los dioses, proliferaron muchos nuevos asentamientos por los Ocho Reinos. Grungni enseñó a la humanidad cómo trabajar el metal y Nagash impuso orden entre los espíritus de los muertos, mientras sus muertos andantes sin mente ayudaban a construir ciudades y estructuras defensivas. Estas ciudades se alzaron rápidamente, desde los páramos del Reino de Chamon hasta los agrestes bosques de Ghur. El comercio entre reinos era próspero y, pese a que descubrieron peligros inefables, su sólida alianza les permitió sobreponerse a todos ellos. Gorkamorka marchó junto a sus seguidores a cazar las enormes bestias que impedían que los reinos se desarrollaran, mientas que Alarielle ayudaba a que sus tierras fueran fértiles y aptas para el desarrollo de grandes poblaciones. El resto de deidades Aelven ayudaron a que las ciencias, el arte y el dominio mágico alcanzaran las más altas cotas.

La mayoría de estas deidades se sentían complacidas con Sigmar  por haberlos ayudado y reunido, y le hicieron regalos de diversa índole. Un ejemplo es el Gladitorium, un presente de Malerion que sería fundamental para el entrtenamiento de los futuros ejércitos de Sigmar.

Ruptura del Panteón[]

Problemas durante la Era de los Mitos[]

Ya en la Era de los Mitos comenzaron a aparecer pequeñas grietas en la base de la recién creada utopía:

  •  Gorkamorka, la deidad bicéfala de los pielesverdes, se encontraba competacomple desorientado dentro del Panteón. Cansado del continuo desasosiego que provocaba, Sigmar le encargó que despejase las regiones salvajes. Durante un tiempo, el belicoso dios se tomó en serio su papel de cazador de monstruos y limpió las llanuras de Ghur, pero era evidente que tarde o temprano su lado bestial se rebelaría.
  • Alarielle, por su parte, cada vez estaba más distante, pues anhelaba el Mundo-que-fue. Ahora sólo deseaba cuidar de sus extrañas cosechas. Sus períodos de reclusión en el Reino de la Vida eran cada vez más largos y le apesadumbraba regresar a la Bóveda Celestial para los concilios y las interminables trifulcas que allí tenían lugar. 
  • Aunque Malerion y Tyrion ayudaron a las civilizaciones recién fundadas, lo primero para ellos era buscar a los de su raza. No se había dado con rastro alguno de los Aelf, pero ambos soñaban despiertos con gritos lejanos de angustia, el sonido que los condenados proferirían durante los tormentos más retorcidos.
  • Por su parte, Nagash se dedicó a conquistar más y más inframundos, devorando a sus señores y volviéndose de esta manera más y más poderoso. Es en esta época cuando se inició la construcción de su gran Pirámide Negra, un ambicioso plan que tendrá gran repercusión centenares de años más tarde.

La falta de unión dentro del Panteón de Sigmar fue aprovechada por los poderes oscuros, propiciando el fin de la Era de los Mitos y el inicio de la Era del Caos. Fue en el inicio de las incursiones demoníacas cuando se inició la ruptura del Panteón de Sigmar.

 El Gran ¡Waaagh![]

Tal y como pidió el concilio de dioses, Gorkamorka llevó a sus pielesverdes a los bosques, explorando los rincones más oscuros de los Ocho Reinos Mortales. Se veían obligados continuamente a luchar con bestias monstruosas, y hacerlo satisfacían parcialmente la naturaleza combativa de orruks y grots. Pero no les bastaba. Gorkamorka se cansó de las aburridas órdenes y leyes de los otros dioses y llegó a su límite.

Es imposible contener o dirigir la agresividad de un pielverde. Sin previo aviso, Gorkamorka estalló, lanzando un bramido todopoderoso. El rugido gutural estremeció los cielos, “¡Waaagh!”, un grito de guerra que hizo enloquecer aún más a los pielesverdes. La invasión subsiguiente lo pulverizó todo, como un alud viviente de violencia que barría por igual a monstruos y a viejos aliados. Las ciudades eran aplastadas y los ejércitos pisoteados. La cruzada pielverde siguió adelante, azotando los Ocho Reinos de un extremo a otro, dejando tras de sí un rastro de devastación total. Una vez hubo alcanzado el borde de la nada, el abismo del Fin del Mundo, Gorkamorka dio media vuelta y empezó de nuevo, asolando civilizaciones que aún estaban reconstruyéndose tras la destrucción previa.

El Gran ¡Waaagh! sólo conoció su fin cuando las tribus pielesverdes se sumieron en luchas intestinas. El propio Gorkamorka se dividió en dos entes, y ambos cayeron en las trifulcas tan típicas de su bárbara raza. Desde aquel día, Gorkamorka se ha reconstituido en varias ocasiones y cada una de ellas anunciaba otro ¡Waaagh! que reunía a las hordas de orruks más cercanas en una nueva oleada de violencia. Sin embargo, ninguna de las siguientes incursiones pielesverdes fue tan grande ni duradera como la primera, pues todas ellas se disolvieron en poco tiempo.

La búsqueda de las almas perdidas[]

La historia de la búsqueda de Malerion y Tyrion es enrevesada, pues las argucias de los Dioses Oscuros están implicadas en ella. Durante la caída del El Mundo-que-fue Slaanesh, Príncipe Oscuro del Caos, capturó la práctica totalidad de las almas del pueblo Aelf. Cada una de estas almas constituía para Slaanesh un manjar selecto dado que la pasión era una emoción intrínseca al pueblo Aelf. Entregándose al festín con suma displicencia, el dios se dispuso a devorar estas almas pero tras el mismo terminó abotargado e indefenso y se retiró a su guarida oculta para digerir su copioso banquete. Mas, pese a ser tan cauteloso, Slaanesh no escapó a las tramas de Tzeentch, quien manipuló a Khorne y a los neonatos dioses Aelf.

A Tyrion y Malerion les preocupaba enormemente de que sólo quedaran con vida unos pocos representantes de su antiguamente orgullosa raza, la mayoría de ellos recluidos en Azyr. Con la ayuda de Teclis y Morathi, los dioses Aelven tramaron un extremadamente complejo plan para atrapar a Slaanesh y liberar las almas de su pueblo. Entrenaron a los mejores magos Aelven que encontraron para que les ayudaran en su cometido, dedicando decenas de años para la preparación de su estrategia. Finalmente, encontraron a Slaanesh en una región oculta situada entre Hysh y Ulgu y consiguieron atraer a la deidad hacia una trampa meticulosamente preparada que construyeron en dicha región oculta. Consiguieron extraer una enorme cantidad de almas del dios oscuro, almas que se repartieron para sanarlas y reformarlas nuevamente. Sin embargo este plan no funcionó tan bien como esperaban y se encontraron con que muchas de estas almas estaban corruptas por el Caos. A partir de estas almas se crearon los Idoneth Deepkin y muchas de las Hijas de Khaine.

Slaanesh atrapado

Slaanesh quedó confinado tras caer en la trampa de los dioses Aelves

Pero, al perseguir sus fines para capturar a Slaanesh, Malerion y Tyrion dejaron de lado su deber hacia Sigmar y debilitaron la Gran Alianza. Para cuando volvieron a sus dominios los encontraron en plena invasión del Caos, viéndose obligados a organizar rápidamente la defensa de sus respectivos reinos e imposibilitando que el Panteón de Sigmar mostrara un frente unitario contra los poderes ruinosos.     

El albor de la Era del Caos[]

La Guerra de la Vida[]

El dios de la plaga Nurgle había codiciado durante mucho tiempo los paraísos de la fecundidad de Alarielle, buscando infestarlos con grotescas formas de vida para que pudieran pasar a formar parte de su vil jardín en el reino del caos. Nurgle empezó a infectar las tierras de Ghyran aprovechando que Alarielle pasaba largas temporadas fuera de su reino bendiciendo otras tierras. Para cuando Alarielle regresó y empezó a luchar con todas sus fuerzas por las tierras de Ghyran, el reino estaba ya infectado. Su culpa y su ira era tan profunda que se terminó cayendo en el desánimo y el declive. Alarielle se culpó tanto a sí misma como a Sigmar por el desastre, centrándose en defender sus tierras en solitario.

El Inframundo bajo asedio[]

Nagash mundo que fue 2

La alianza entre Nagash y Sigmar se empezó a deteriorar en los albores de la Era del Caos

La alianza entre Nagash y Sigmar había sido fuerte en el pasado, puesto que ambos dioses reconocían el uno en el otro a una fuerza mayor  del cosmos. Sin el trabajo incansable de los esclavos de Nagash sus respectivas civilizaciones no podrían haber crecido tan rápido y con tanta fuerza. Las tribus que encontraron pueblos vacíos y ciudades listas para asentarse no hicieron demasiadas preguntas, aunque hubieron oscuros susurros sobre figuras esqueléticas acechando en la noche. Pero cuando al Reino de la Muerte llegaron los ataques de las fuerzas del Caos, Nagash acudió rápidamente a defender sus explotaciones y la construcción de las nuevas ciudades se detuvo abruptamente.

Viendo la oportunidad, Archaon invadió Shyish con ejércitos inmensos, enviando tanto a decenas de miles de esclavos bárbaros como sus fuerzas de élite de la Varanguard. Estas fuerzas se vieron apoyadas por las fuerzas de los taimados Skaven y por las legiones demoníacas que fueron invocadas por los hechiceros de Archaon. Esta inmensa hueste resultó ser imparable y Sigmar, el teóricamente aliado de Nagash, no apareció por ninguna parte. Esta afrenta sería recordada en el futuro por el gran nigromante.

Nagash, al mando de sus ejércitos, intentó defender el Reino de Shyish durante la conocida como Guerra de los Huesos pero fue derrotado en la Batalla de los Cielos Negros. En esta contienda cayó bajo la espada de Archaon y, de no haber sido por la intervención de sus Mortarcas, habría muerto definitivamente. Aun así fue necesario ocultar sus restos en Stygxx

Las Guerras del Nexo[]

Artículo Principal: Guerras del Nexo

La principal estrategia de Archaon para conquistar los Reinos Mortales consistió en intentar tomar el control del nexo entre Reinos conocido como Todaspartes. Se trataba de un lugar situado fuera de todos los reinos pero que los conectaba a todos entre ellos. En cada uno de los Reinos Mortales había un único Portal del Reino conectado con Todaspartes, y en torno a dichos portales se alzaban enormes ciudades y fortalezas conocidas como las Omnipuertas. Estos enclaves resultaban enormemente estratégicos, pues guardaban la ruta más grande y estable entre los Ocho Reinos. Así comenzaron las Guerras del Nexo, y el destino mismo contuvo la respiración expectante ante su resultado.

Sirviéndose de numerosas fintas y marchas forzadas, Archaon ejecutó su cuidadoso plan para poner en jaque los ocho pórticos de Todaspartes simultáneamente. Cada uno de los reinos conoció una serie de sangrientas batallas, con las fuerzas del Caos atravesando ciudades amuralladas y grandes defensas. Los guerreros y dioses de la alianza de Sigmar acudieron en su auxilio.

La Guerra entre el Cielo y el Inframundo[]

Nagash 2

La Guerra entre Nagash y Sigmar tuvo consecuencias desastrosas para los Reinos Mortales

El inevitable destino de las Guerras del Nexo se decidió en el Reino de Shyish. Archaon mandó un poderoso contingente a la conquista del Arco de Syish, el Portal que conectaba este reino con Todaspartes, y Sigmar envió desde Azyr una enorme hueste para combatir junto a las fuerzas de Nagash. La batalla contra las fuerzas de Archaon fue feroz, pero en mitad de la contienda las fuerzas de Nagash atacaron sin previo aviso a las fuerzas de Sigmar.

Según otras fuentes, las fuerzas del Gran Nigromante nunca aparecieron, provocando que los seguidores del Dios-Rey sufrieran una costosa derrota.

En cualquier caso, Sigmar dejó de actuar como el Dios Rey diplomático en que se había convertido y recuperó su aspecto de dios guerrero bárbaro de antaño. Gorkamorka había vapuleado la alianza de Sigmar la había dejado en un segundo plano, Malerion la había trastocado activamente y Alarielle casi la había olvidado. Cuando las fuerzas de la Muerte se volvieron contra el ejército de Sigmar, fue demasiado para él. Quizás el puente entre reinos podría haber sido defendido, pero Sigmar se marchó, furibundo por la traición de Nagash. Mientras las fuerzas del Caos capturaban el portal al que había acudido en su defensa, Sigmar atacó Shyish en busca de Nagash. Este enfrentamiento fue conocido como La Guerra entre el Cielo y el Inframundo.

Sigmar buscó al traidor por todo Shyish. Ante las puertas de cada uno de los inframundos, Sigmar vociferaba su desafío y llamaba a Nagash cobarde, tildándolo de traidor y embustero. Los emisarios del autoproclamado Dios de la Muerte fueron pulverizados antes de poder entregar sus mensajes. Las huestes enviadas en su contra no pudieron refrenar la ira justiciera de Sigmar. En otros reinos las civilizaciones ya empezaban a caer bajo la sanguinaria acometida del Caos, pero su dios protector hacía oídos sordos a las súplicas desesperadas, pues aún no había agotado su cólera.

Fue durante estas guerras cuando Sigmar liberó por accidente al Rey Carroñero, un poderoso y enloquecido vampiro que había sido encarcelado por Nagash. Conocido anteriormente como Ushoran el bello, el gran nigromante lo desfiguró como castigó por una afrenta y, enloquecido, causó una gran devastación hasta terminar encarcelado. Una vez libre, extendió su locura por el reino siendo este el origen de las demenciales Flesh-eaters Courts.

Pese a sus muchas victorias, Sigmar no pudo hacer justicia con Nagash. En dos ocasiones acorraló al Gran Nigromante, y cruzó espadas con él, pero ambas veces Nagash se sirvió de la magia negra para huir. En las orillas del Lago Lethis Sigmar luchó contra Katakros, uno de los Mortarcas de Nagash, al cual derrotó en combate singular. A pesar de la potencia del Ghal Maraz, el espíritu de Katakros no fue completamente eliminado, razón por la cual el dios-rey ordenó que fuera encerrado en una Criptormenta.

Mientras Sigmar machacaba a los ejércitos de los muertos, su furia se atemperó. Sus propios mensajeros, a los que había estado ignorando durante mucho tiempo, portaban peticiones urgentes de reinos asediados. Sin completar su venganza, Sigmar volvió la espalda al Reino de Amatista y se puso a la cabeza de sus ejércitos para rescatar cuanto pudiera de los saqueadores del Caos.

La Batalla de los Cielos Ardientes[]

Artículo Principal: Batalla de los Cielos Ardientes

Archaón contra sigmar sigmaroteca

Duelo entre Archaon y Sigmar

La Batalla de los Cielos Ardientes fue un feroz y cataclísmico enfrentamiento en  el que colisionaron los restos del Panteón de Sigmar con la alianza caótica liderada por Archaon. La batalla tuvo lugar en Aqshy, cerca del Portal Brimfire, el Portal del Reino que comunica el Reino de Fuego con Todaspartes. Unido por el liderazgo del gran mariscal Archaon el Everchosen, el tamaño de las huestes de los distintos dioses del Caos anfitriones ennegreció la tierra. Cada una de estas legiones estaba liderada por  uno de los Tetrarcas de la Ruina. Los hechiceros de Archaon crearon una grieta en el aire mismo, un portal al Reino del Caos a través del cual ejércitos enteros de demonios podían pasar. Contra esta alianza demoníaca estaban Sigmar y las doce tribus mortales de Bellicos. Los fieros nómadas y bárbaros que se había enfrentado al caos desde el principio tomaron las armas una vez más y se reunieron detrás del estandarte de su piadoso señor, Sigmar Heldenhammer. Con ellos acudieron feroces Duardin, Aelves en armaduras relucientes, Orruks hambrientos de batalla, filas de guerreros muertos vivientes y otras extrañas criaturas, dado que Sigmar contaba con muchos aliados. Sabemos que también combatieron en este bando varias deidades aparte de Sigmar:  el indomable Gorkamorka y el poderoso hechicero Aelf Teclis. Nagash no comprometió todas sus fuerzas en la batalla, aunque envió algunas de sus fuerzas.

Sigmar kiathanus

Sigmar luchando contra Kiathanus

Durante la batalla Sigmar lideró siete feroces cargas, haciendo retroceder en todas ellas a las fuerzas del Caos. En la octava carga se enfrentó a los cuatro Tetrarcas de la Ruina a los que consiguió derrotar nuevamente puesto que, por orgullo, los demonios se resistieron a pelear de forma conjunta y cayeron uno por uno bajo la furia del martillo Ghal Maraz. Sin embargo había un oponente que sí podía plantarle cara a Sigmar: el propio Archaon. La espada del Mariscal del Apocalipsis, conocida como Matarreyes, es un arma de tal potencia que podría matar a un dios. Para asegurarse de que su enemigo no se acercara lo suficiente como para golpearle, Sigmar lanzó su martillo contra Archaon, un error histórico que el Dios-Rey lamentaría durante centenares de años. Con una ilusión astutamente conjurada con la ayuda de Tzeentch, Archaon consiguió engañar a Sigmar haciéndole lanzar su martillo contra la grieta de la realidad desde la que las hordas demoníacas les habían invadido.

Sigmar ghal maraz

Sigmar lanzando el Ghal Maraz

Los cielos se resquebrajaron y retumbaron mientras Ghal Maraz, el Gran Rompedor, se abría camino de reino en reino dejando a su paso un rastro de destrucción masiva. Ghal Maraz avanzó por el tiempo y el espacio, creando ondas en el vacío  aetérico que se extendieron por todos los reinos dando lugar a fallas cósmicas que algún día serían explotadas en el nombre de la conquista. Finalmente el martillo terminó descansando en el lejano Anvrok, atraído por la densa magia que fluía en los extraños valles bajo los cielos de Chamon y permaneciendo oculto de la vista de Sigmar. Al hacerse consciente de aquella calamidad, el corazón del Dios-Rey se paralizó con una enfermiza sensación de duda.

La risa de Archaon fue larga y cruel, pues el poder de Sigmar quedó muy disminuido tras perder su martillo. La batalla estaba perdida y, aunque el Dios-Rey siguió luchando sus ejércitos fueron diezmados poco a poco. De esta manera, Archaon logró la victoria en la batalla.

Ruptura definitiva del Panteón de Sigmar[]

Tras la victoria de Archaon el Panteón de Sigmar se rompió definitivamente y sus distintos miembros se disgregaron, corriendo cada uno de ellos una suerte distinta.

  • Sigmar, acompañado de su fiel aliado Grungni, organizó una retirada hacia Azyr acogiendo a millones de refugiados de los diferentes reinos. Paralelamente a esta retirada clausuró todos los Portales del Reino que conectaban con Azyr. De esta manera Sigmar consiguió que el Reino de los Cielos quedara a salvo de las fuerzas del Caos, pero simultáneamente dejó a su suerte a los millones de habitantes del resto de reinos que no pudieron ser evacuados.
  • Malerion, Tyrion y Teclis ayudaron a tejer un velo de ocultación sobre Azyr para impedir que Tzeentch descubriera los planes de Sigmar y, posteriormente, se retiraron a sus propios reinos para organizar su defensa ante la embestida de las fuerzas del Caos.
  • Gorkamorka se dividió nuevamente en sus dos mitades, Gork y Mork, tras la derrota en la Batalla de los Cielos Ardientes. Aunque en general resulta complicado seguir su paradero probablemente se retiró a Ghur, el Reino de las Bestias.
  • Alarielle, por su parte, continuó con la Guerra de la Vida. Un conflicto largo y agónico en el que las fuerzas de Nurgle se fueron imponiendo por todo Ghyran. Presa de la desesperanza Alarielle terminó refugiándose en parajes ocultos e incorruptos mientras muchas de sus hijas e hijos intentaron infructuosamente librarse de sus invasores.

 Fuentes[]

  • Reglamento Age of Sigmar primera edición
  • Reglamento Age of Sigmar segunda edición
  • Battletome Stormcast Eternals 
  • Battletome Blades of Khorne 
  • Battletome Ironjaws
  • Battletome Beastclaw Raiders
  • Battletome Gloomspite Gitz
  • Battletome Flesh Eater Courts
  • Battletome Ossiarch Bonereapers
  • Realmgate Wars : All Gates (libro de campaña) 
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