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Un aullido desgarrador inundó la plaza. Adoradores del Caos y Stormcast por igual se agarraban las gargantas y caían sobre los rotos adoquines. En unos segundos, casi todos habían quedado inertes, y los supervivientes quedaron rápidamente empalados por las espadas voladoras que cortaban el aire a su alrededor.

"Esta ciudad no anda escasa de horrores, Vandus," gritó Ionus Cryptborn. "No puedes usar la espada para combatir una maldición."

El aterrador grito hendió el aire una vez mas, enviando a otra docena de guerreros a una prematura muerte. A través de la Plaza de los Filos Vivientes, los relampagueantes destellos de los Stormcast muertos se reflejaban en la estatua de deslustrada plata en su centro, una dama regia que agarraba unas espadas. La placa a sus pies reveló a Ionus el resto.

"¡Celemnis!" gritó, "¡Luchamos por la misma causa!"

La doncella espectral se volvió, la boca retorciéndose con curiosidad.

"Reina de los Filos," dijo el Lord-Relictor, "Os lo imploro, dirigid vuestra ira contra aquellos que la merecen." Recogió la espada de su relicario y la sostuvo en alto, con la empuñadura hacia delante.

Celemnis miró a Ionus como si lo viera por primera vez. Zarcillos de su largo pelo se alargaron para recoger la espada ofrecida, con el fantasma de una sonrisa en sus labios. De repente convulsionó, con la cabeza echada hacia atrás y la mandíbula desencajada.

Esta vez, Ionus no oyó nada en absoluto, a parte del resonar de la armadura cuando toda alma corrupta por el Caos en un centenar de pasos a la redonda cayó, pálida y muerta, al empedrado suelo.


A soul-rending shriek filled the square. Chaos worshippers and Stormcast Eternals alike clutched at their throats and fell to the broken cobblestones. Within seconds, almost all had fallen still – those who survived were swiftly impaled by the flying blades that sliced through the air around them.

‘This city is not short of horrors, Vandus,’ called out Ionus Cryptborn. ‘You cannot fight a curse with blades.’

The terrifying scream rang out again, sending another dozen warriors to an early grave. Across the Square of Living Blades, the light-blurs of dead Stormcast Eternals were reflected from the tarnished silver statue at its centre – a regal lady, clutching swords. The plaque at the statue’s feet told Ionus the rest.

‘Celemnis!’ he shouted, ‘We fight for the same cause!’

The banshee turned, mouth twisting in curiosity.

‘Queen of Blades,’ said the Lord-Relictor, ‘I beseech thee, send your ire against those that earned it.’ He took the sword from his reliquary, and held it out, hilt-first.

Celemnis looked at Ionus as if she saw him for the first time. Tendrils of her long hair reached out to take the proffered blade, the ghost of a smile on her lips. Suddenly she convulsed, head back and jaws too wide.

This time, Ionus heard nothing at all – nothing but the clatter of armour as every Chaos-tainted soul within a hundred paces fell, pallid and dead, to the cobbles.

Fuentes[]

  • The Quest for Ghal Maraz.
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