Aquellas Bestias del Caos que adoran a Khorne están dotadas de una parte de la rabia eterna y la sed insaciable de muertes del Dios de la Sangre. Ven la destrucción de ciudades y el derribo de ídolos como distracciones, a las que se les puede dar rienda suelta solo después de que las tierras se hayan ahogado en sangre y la lluvia carmesí caiga del cielo. Con cada batalla sangrienta, sus instintos bestiales se afilan aún más, su ansia de matar se afila como una hoja en una de las grandes forjas de su patrón. Atrás quedó su deseo de una anarquía desenfrenada, pues Khorne les muestra que a través de la guerra disciplinada y la destreza marcial, la totalidad de los Reinos Mortales se puede transformar en un matadero.
Los cráneos marchan sobre sus enemigos en manadas muy agrupadas. Equipados con espadas feroces y armaduras embadurnadas con runas profanas, sus ataques son letalmente precisos, tallando miembros y torsos con barridos bien medidos y cortando cabezas para liberar fuentes de sangre. A medida que avanzan a través de las vísceras recién derramadas, comienzan a hacer espuma por la boca, su rabia aumenta con cada gota de sangre caliente que toca su piel. Eventualmente, permiten que su ferocidad reprimida salga violentamente a la superficie, y en una ráfaga explosiva matan a los enemigos que quedan. Después de la batalla, los cráneos de los caídos se recogen y se colocan en grandes pilas en la base de Piedras de manada como ofrenda a Khorne. El Greatfray consagrado a Khorne más infame es el Eighthorn Skullfray.
Adorando a Khorne como el Gran Toro de Bronce que cornea los reinos, las estampidas de los Eighthorn a través de Chamon han provocado una devastación incalculable. Su práctica más espantosa es devorar a los muertos y moribundos, que creen que les infunde el poder de los que han matado. Cada onza de carne es arrancada de sus oponentes y consumida, pero el único órgano que no comen es el cerebro, porque no contiene fuerza y, por lo tanto, se descarta.
Fuentes[]
- Battletome Beasts of Chaos (2018)