De todos los Dioses Oscuros, Slaanesh es divinamente hermoso. Ni masculino ni femenino, el del Principe Oscuro es el panteón más joven y vital. El poder de Slaanesh no proviene de ninguna emoción, sino de la intensidad de todas ellas, y cualquier placer o angustia que se sienta en exceso alimenta a este ser hambriento. Esto es lo que hace que la adoración de Slaanesh sea tan tentadora para los mortales, ya que muchos buscan la mas mínima excusa para descartar todos los códigos de conducta y ataduras legales y satisfacer sus deseos más salvajes y hedonistas. También es esto lo que inspira incertidumbre en los hermanos de Slaanesh, ya que si bien pueden tener ascendencia por ahora, es posible que Slaanesh finalmente se levante para eclipsarlos a todos, ya que cualquier emoción o anhelo le da poder al Principe Oscuro, siempre que sea sentido con una gran intensidad.
Sin embargo, ese día puede tardar en llegar, porque el trono de Slaanesh está vacío, y el decadente dios está encarcelado en un lugar entre la sombra y la luz por el vengativo panteón aelven. Aunque el Principe Oscuro puede atarse, es imposible encadenar el poder de Slaanesh por completo. Los campeones que sacian sus vicios más oscuros de formas cada vez más perversas pueden sentirse cada vez más en sintonía con la verdadera naturaleza de Slaanesh; los Godtouched son devotos que rara vez buscan ser reclamados activamente por nu patrón, sino que, naturalmente, caen en la circunstancia en algún lugar del interminable paseo de la depravación que emprenden.
Compuestas por seis bandas de guerreros, una por cada uno de los Círculos de Seducción que hay dentro del reino de Slaanesh, estas bandas de Buscaplaceres son un flagelo de todo lo que es puro y decente. Un buen número de ellas elige luchar en las huestes hedonitas, ya sea destruyendo innumerables tierras junto a los daemons de Slaanesh, buscando implacablemente al dios perdido, o incluso, en el caso de los campeones más narcisistas, intentando reclamar el trono, Vacante del Señor del Placer para si mismos. Sin embargo, al igual que muchos seguirán formando parte de su tribu original, o viajarán para unirse a nuevas hordas y campeones particularmente sádicos, en pos de nuevas y cada vez más depravadas sensaciones en el Sendero a la gloria con las que gratificarse a si mismos.
Slaanesh, el más insidioso de los dioses del Caos, encarna los designios oscuros nacidos de la obsesión. Su voluntad no se cierne aullante sobre sus víctimas, ni las manipula como una fuerza cósmica indiferente. No, en su lugar, anida en lo más profundo del alma y corrompe los corazones de los mortales hasta que, finalmente, se condenan a si mismos.
Historia[]
Hace mucho tiempo, cuando las culturas durmientes de las reinoesferas tomaron forma, el resplandeciente potencial de los Reinos Mortales atrajo los ojos de un dios lascivo. Esa entidad era Slaanesh, cuyo poder inconmensurable bebía de una ambrosía de almas de aelves. En el momento de la destrucción del Mundo Pretérito, Slaanesh había consumido los espíritus de esa antigua raza hasta el punto de que sólo unos pocos supervivientes escaparon a su sed. Devoró tal cantidad que casi quedó incapacitado. Donde antes hubiera saboreado cada alma pecadora que caía en sus garras, al ingerir tantos millones de esencias espirituales a la vez su poder creció más allá de los límites de la ira de Khorne, la maquinación de Tzeentch e incluso la corpulencia cósmica de Nurgle. Sin embargo, Slaanesh anhelaba más, siempre más. Su apetito era tan vasto como el inmenso cielo estrellado.
Aunque estaba empachado por su apocalíptico banquete, tenía esbirros en abundancia para hacer su trabajo perverso en este nuevo cosmos de reinos y portales entrecruzados, pues toda clase de demonios de Slaanesh habían brotado a medida que su poder crecía. He aquí un nuevo comienzo, un nuevo escenario para los actos interminables del Gran Juego, representado con renovado vigor e imaginación por aquellos que caigan bajo su dominio, por siempre presas del él.
Ocho realidades giraban lentamente en el vacío, cada una vinculada a las otras por las obras de civilizaciones perdidas hace mucho tiempo: los Reinos. Representaban ocho futuros ajo para que Slaanesh corrompiera a su imagen y semejanza, ocho interminables festivales de sensaciones para de gustar, devorar, mancillar y vomitar en forma de reflejos retorcidos de lo que una vez había sido puro. Para los grandes ojos avariciosos de Slaanesh, aquí había suficiente forraje para pasar varios eones de decadencia sin caer una vez en la repetición y el aburrimiento. Juntos, los Reinos Mortales representaban una delicia más allá de toda medida.
Y así, Slaanesh emergió de su letargo digestivo para cernirse sobre lo que algún día sería suyo. Envió a sus secuaces en gloriosos carnavales de excesos, gritando y chillando movidos por su ansia contra el velo entre los mundos. Pero entonces Slaanesh habló, y ellos callaron, billones de demonios postrados o desparramados mientras sus palabras estimulaban todos los nervios, todos los sentidos, hasta el punto de la agonía extática. Su orden era que insinuaran, sedujeran, inventaran y hechizaran para provocar la corrupción de los mortales. Así comenzó la Guerra Sutil, y la desaparición de imperios enteros.
El Príncipe del Caos[]
Al igual que al resto de los Dioses del Caos, las emociones mortales alientan a Slaanesh. Donde los otros poderes oscuros son cristalizaciones de conceptos elementales específicos, Slaanesh recibe forma y poder no por la naturaleza de los sentimientos y deseos, sino por su intensidad. Todo lo llevado al exceso empodera a Slaanesh.
Slaanesh es, por lo tanto, indefinible por estándares mortales, quizás más que cualquier otro Dios del Caos, debido a que su forma y sustancia cambian caprichosamente. En el arte de los depravados suele aparecer como parodia del deseo humano. La deidad se representa a menudo como un hermafrodita con cuernos, mitad masculina y mitad femenina, o un ser joven y perfecto, de extremidades delicadas, sin otro defecto que la oscuridad abismal de dos ojos hipnóticos y fijos. El Príncipe Oscuro suele vestirse con un suntuoso atuendo que ensalza en lugar de ocultar, pero a diferencia de los otros dioses, se cuida de no aparecer dos veces de la misma guisa. En las esculturas y dibujos de los devotos de Slaanesh pueden encontrarse representaciones diversas. En la obra del Visir Dorado es Oslaan, un glotón inmensamente obeso de género indeterminado con cada centímetro de carne cubierto de tatuajes obscenos. En los garabatos del Adayahn Lunático, Bhan Gaddr, es Shlarranesh, una gran serpiente blanca hecha de cuerpos retorcidos, con cuatro brazos con punta de cuchillo y una cara que grita oculta por los rasgos robados de una mujer increíblemente serena. En ciertas escuelas hyshianas de iluminación, está representado sólo por una melodía, una música escrita en un pentagrama de seis compases, pues muchos supervivientes aelves temen atraer su mirada meramente con pronunciar su nombre. Los Seraphon lo representan a menudo como una espiral angular, cada uno de cuyas vueltas simboliza un acto o decisión que conduce más hacia abajo en el abismo de la corrupción. Los Astrólogos de Ulthar se refieren a él como Slaa-Nulthé, La Devoradora, un ojo que siempre mira fijamente rodeado por un vórtice de fauces aullantes. El Príncipe Oscuro es todas estas cosas y más.
Slaanesh acude siempre hacia la periferia de los Reinos Mortales, porque allí la realidad se halla en su forma más extrema. En el Perímetro Hostil se puede encontrar la encarnación más pura y letal de la naturaleza de ese reino. Un mortal que vague por ahí no está sino cortejando un desastre transformador de cariz más espectacular. Estas instancias divierten infinitamente a Slaanesh. De todos los dioses del Caos, es Slaanesh el que reclama para su reino los territorios mutables y volátiles en el borde de cada reinoesfera. En muchos lugares, estos paisajes surrealistas conducen directamente al dominio de Slaanesh, e igualmente, el dominio del Príncipe Oscuro se vierte en los Reinos Mortales.
El número de Slaanesh[]
Para Slaanesh, no hay ningún aspecto de la magia numérica más atractivo que seis. Seis son los círculos de su dominio en el Reino del Caos; seis son las principales seducciones con las que cautiva a sus devotos. Cuando sus legiones van a la guerra, a menudo lo hacen en grupos de este número sagrado, y cada ejército somete a sus enemigos a una forma diferente de tormento de acuerdo con un tapiz más amplio de desastre. Los planes más grandiosos de Slaanesh generalmente se desarrollan en seis fases, cada una de las cuales sirve como un solo movimiento en una sinfonía de angustia que, cuando se ve en su totalidad, es mucho mayor y más depravada que la suma de sus partes.
En algún nivel inconsciente, los seguidores mortales del Príncipe del Placer también consideran que seis es el número más hermoso, aumentando su carne con cicatrices sextuplicadas o cortando sus lenguas en seis horquillas ramificadas para que puedan hablar mejor la versión sibilante de la Oscuridad. Lengua favorecida por los demonios Slaaneshi. Entre los sádicos y masoquistas que se consideran conocedores de sensaciones, se dice que existen seiscientos sesenta y seis tipos de placer y dolor, todos los cuales deben ser experimentados para lograr la verdadera comunión con su dios depravado.
Cultos a Slaanesh en los Reinos Mortales[]
Aunque persiguen la victoria en nombre de los dioses, no es de extrañar que la mayoría de los seguidores del Caos busquen satisfacer sus propios deseos a lo largo del Sendero a la gloria. Slaanesh abraza con entusiasmo a tales suplicantes, ya recurran directamente a él o a uno de sus muchos disfraces. Para algunos, la búsqueda de estas sensaciones por su propio bien se convierte en una adicción. El botín de la victoria y la adulación de sus compañeros guerreros tiene un atractivo casi irresistible para un número considerable de Slaves to Darkness. Llevándolo al límite de la autoobsesión, muchos de estos campeones se rinden al culto del placer.
Las depravaciones realizadas por los adoradores del culto de la sensación, un aspecto del Caos que puede adoptar muchas formas hermosas y repugnantes, como Loesh la Serpiente, la Sierpe Brillante, el Hombre con Cuernos o Shornaal del Pabellón Dorado, son materia de leyenda. Sin embargo, no todos estos seres son patrones únicamente de la depravación. En muchos casos se les reza por el éxito en actividades creativas a las que se han entre las tribus oscuras. Muchos moldeadores de metal o narradores de cuentos han producido obras de sorprendente belleza a través de la súplica del aspecto del exceso de su tribu y dedicando toda su alma a su oficio.
Curiosamente, a menudo se cree que las múltiples deidades que reflejan el aspecto caótico universal del exceso están particularmente alejadas de sus servidores, e incluso de sus deidades hermanas. Muchos de los adoradores de Loesh creen que él yace encadenado sobre el Mar de las Verdades elementales de Ghyran, atado allí en épocas pasadas por los habitantes de los Reinos de Jade. Entre los Clanes soñadores de Hysh, se afirma que la Reina Rey de los Secretos prohibidos habla a sus suplicantes sólo a través de espejos. Algunos Esclavos de la Oscurida buscan activamente a estos seres ausentes, pero la mayoría está contenta de que sus bendiciones aún pueden ser cosechadas. Llenos de una manía incontenible, los devotos del placer se lanzan a través del campo de batalla a un ritmo aterrador. Incluso mientras atraviesan al enemigo, estos guerreros malditos muestran una gracia sinuosa, deleitándose con el dolor que dan y reciben. Los más depravados de todos estos libertinos son sus líderes de guerra, ya que recorrer el camino del exceso conduce inevitablemente a perseguir deseos cada vez más oscuros. Los campeones más grandes son tratados como deidades vivientes por sus seguidores, y naciones enteras de Slaves to Darkness se arrodillan a sus pies y buscan satisfacer todos sus caprichos inverosimiles.
Fuentes[]
- Reglamento Age of Sigmar.
- Battetome Hedonites of Slaanesh
- Tomo de batalla: Slave to Darkness (2019)