Sigmaroteca
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La furia animal y una insaciable sed de sangre y hambre de carne fresca es lo que impulsa a las enormes y monstruosas moles que son los guerreros de los Rebaños de Guerra (Warherds). Estos nómadas altamente destructivos recorren los Reinos Mortales aniquilando todo lo que hallan a su paso.

Compuesto por belicosos rebaños de bullgors y sus monstruosos parientes, un Warherd es como una avalancha de músculos y cuernos. Mientras avanzan en estampida, los bullgors de vanguardia cargan enormes armas fabricadas con hierro toscamente golpeado, abriéndose paso a través de enemigos fuertemente blindados con cada poderoso golpe. Junto a estas rugientes bestias guerreras vienen los primos imponentes de los bullgors, los Ghorgons y Cygors, que se agachan con extremidades con cuchillas para atravesar filas de enemigos menores, o usan sus enormes cuernos curvos para empalar a esas monstruosas criaturas impulsadas a la batalla por enemigo. Lideradas por los imponentes Doombull y unidas por la monstruosa sed de sangre que domina sus cuerpos, los Warherd lo aplastan todo en su camino. Machacan los muros de castillos en una lluvia de cascotes. Derruyen torres y arrasan las aldeas como si fueran montones de palillos. Los guerreros que tengan la bravura de hacer frente a un Rebaño de Guerra no sólo morirán, sino que serán desmembrados y engullidos como golosinas para saciar la desmedida sed de sangre de los Taurogors.

Las razas de bullgor son incluso más salvajes y violentas que los gor-kin de los Brayherds. En su forma, son mucho menos parecidos a los hombres que los gors, siendo mutados y devueltos aún más. Sus territorios están ubicados más profundamente en la naturaleza, donde se fusionan intensas concentraciones de energía del Caos. Al igual que los Brayherds, cada Warherd es un grupo social (los bullgors de cada manada constituyente a menudo son parientes consanguíneos) y un ejército merodeador, aunque las tácticas que prefieren tienden a ser menos matizadas que las empleadas por los gor-kin. En lugar de rodear a sus enemigos para lanzar una emboscada, un Warherd normalmente carga directamente hacia el punto más fuerte en la línea defensiva de un enemigo, rompiendo formaciones abiertas con fuerza bruta antes de perseguir a los enemigos sobrevivientes mientras intentan huir.

Los Warherd no pasan tanto tiempo en un mismo lugar como para volverse territoriales. No dan importancia alguna a la propiedad salvo por sus armas y, quizás, por algunos pedazos de armadura abollada. Los monstruos del Warherd se limitan a alimentarse de sus enemigos muertos. Su hambre voraz les impele a seguir matando, beber sangre directamente de las arterias y tragar pedazos de carne aún palpitante mientras continúan atacando a la siguiente fila de enemigos. Para quienes se enfrentan a un Warherd resulta verdaderamente aterrador el percatarse de que no sólo luchan para derrotar a un poderoso enemigo, sino sencillamente para evitar ser despedazados y comidos mientras permanecen conscientes.

Muchos opinan que los Warherd son un extraño pariente de los Brayherds de gors. Ciertamente, ambas poseen muchas similitudes físicas y a menudo luchan las unas contra las otras. Pero los Rebaños del Balido no son la única facción del Caos que pelea junto a los Warherd; muchos campeones del Caos saben del valor de un Rebaño de Guerra como instrumento para romper las líneas enemigas. Quienes deciden exponerse a la violencia indiscriminada que un Rebaño de Guerra es capaz de desplegar suelen ofrecer a un Tauro de la Condenación el dudoso honor de liderar la carga con sus fuerzas. Pagar a estos salvajes mercenarios es tarea fácil, pues el patrón no tiene más que ofrecer los cuerpos de los vencidos para los puedan devorar.

Se cree que las criaturas de los Warherds fueron una vez más humanoides de lo que son ahora, hasta que fueron maldecidos por los Dioses Oscuros. En los tiempos primitivos antes del despertar de Sigmar, aquellas tribus que se convertirían en los Warherds adoraban el poder del Caos a través de horribles sacrificios y rituales caníbales, matando y devorando a los de su propia especie para ser bendecidos con fuerza. Esta fuerza les fue concedida, pero a medida que sus cuerpos se transformaron y se hicieron enormes, también lo fueron sus profanos apetitos por la carne. La codicia de sangre, como se llamaba a esta maldición, llegó a ser devoradora. Llevó a los bullgors a actos de violencia cada vez mayores, haciéndolos desgarrar con avidez la carne roja y cruda, no por hambre, sino por una necesidad insaciable de profanar los cuerpos de sus víctimas. Cuando los Warherds van a la batalla, el salvajismo de sus matanzas llama mucho la atención de los Dioses del Caos. Donde Khorne ve estos bárbaros combates como puras manifestaciones de asesinato, promulgados con el único propósito de empapar los Reinos Mortales en sangre, Tzeentch ve cada cadáver que destrozan como una efigie de transfiguración y cambio. Del mismo modo, donde Slaanesh se deleita con el exceso puro de la violencia de los bullgors, Nurgle se deleita con los cadáveres destripados que se dejan pudrirse y pudrirse tras la estela del Warherd.

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Plantar cara a la acometida de un Warherds es enfrentarse a una masa de músculos, huesos, metal y piedra que resulta prácticamente imparable. Cuando el Warherds baja las testas y embiste, el suelo tiembla bajo sus pesados cascos. El enemigo rompe filas y huye para no hacer frente a esa estampida, pero ni esto les salvará. Una vez que el Warherds ha atravesado las filas del enemigo, prosiguen su asalto para arrollar sin piedad a quienquiera que hubiese huido.

Bastante peor será el destino de los héroes que, creyendo que pueden detener la repulsiva carnicería que espera a sus tropas, se batan en combate singular contra el Doombull. El sino de estos intrépidos desdichados suele ser de una violencia tan inimaginable que cuando el Tauro de la Condenación devora sus cuerpos vapuleados, éstos quedan irreconocibles.

Las Piedras de manada alrededor de las cuales se reúnen los Warherds suelen estar más deformadas que las que se encuentran en los territorios de un Brayherd. Muchos están coronados con cabezas de antiguos Doombulls o Ghorgons gigantescos, y los sacrificios vivos se alimentan continuamente en los fuegos que arden en la base de cada Piedras de manada. Algunas Piedras de manada han sido alimentadas con tanta carne durante su larga existencia que su roca ha sido reemplazada por músculos palpitantes y venas llenas de sangre. Otros están cubiertos de fauces dentadas que se abren de par en par y emiten un incesante zumbido de fuelle.

Es una suerte para los Reinos Mortales que los Warherds carezcan de toda semblanza de coherencia o estrategia. Si estas partidas de guerra se unificasen con un mismo propósito causarían una devastación inenarrable en todos los Reinos Mortales.

Brutos despedazadores[]

Gritos de guerra, rugidos y tambores retumbantes se elevan por encima del estruendo de la batalla mientras los bullgors bajan sus cuernos y se lanzan al combate. Son los guerreros más temibles de Greatfrays, los arietes que destrozan ciudades abiertas y separan ejércitos enteros, y con cada enemigo que matan, su furia alimentada por la sangre se hace más fuerte. Las categorías mas habituales que se encuentran en los campos de batalla son:

Fuentes[]

  • Grand Alliance: Chaos (castellano)
  • Battletome Beasts of Chaos (2018)